PALACIO
Por:Mario Diaz
La semana pasada, el norte
del país volvió a ser escenario de noticias que dieron la vuelta al mundo, dada
su trascendencia.
En Coahuila, la fuga de 132 reos procesados
por delitos de los fueros federal y común se constituye en una mancha más en el
gobierno del presidente FELIPE CALDERON HINOJOSA, no obstante que el incidente
se registró en un centro penitenciario estatal.
En Tamaulipas, la tragedia se hizo presente
con la muerte de 30 trabajadores de Petróleos Mexicanos y 46 más que resultaron
lesionados, durante un accidente en el Centro de Medición de PEMEX ubicado en
el kilómetro 19 de la carretera Reynosa-Monterrey.

Pero, vayamos por partes.
En el caso de la fuga masiva de internos
del penal ubicado en Piedras Negras, Coahuila, las autoridades federales y
estatales presumen que mucho tienen que ver en la evasión directivos y
custodios de la cárcel coahuilense.
Las primeras indagatorias hacen suponer que
miembros de un grupo delictivo con fuerte presencia en esa entidad norteña,
serían los autores de la excarcelación furtiva.
Ridiculizar a los gobiernos federal y
estatal, además de reforzar sus diezmadas filas como consecuencia de los
constantes combates contra bandas rivales y fuerzas federales de apoyo,
hipotéticamente, serían el origen y objetivo de esa acción del crimen
organizado.
Tal incidente incrementa la estadística de
fugas masivas que se han registrado en lo que va del presente sexenio en varias
entidades de la república mexicana.
Para soldados, marinos y policías
federales la evasión de los procesados se convierte en un elemento que baja la
moral, toda vez que de nada sirve arriesgar la vida en la captura de individuos
fuera de la ley, pues éstos posteriormente son liberados por las organizaciones
delincuenciales a las que pertenecen.
Al margen de responsabilidades, producto
de rivalidades políticas, lo cierto es que muy probablemente algunos cárteles
de la droga están resintiendo las bajas en batalla-muertos o detenidos-y se ven
obligados a reforzarse con reos procesados, con o sin su consentimiento.
Eso de fugas masivas de prisioneros en
cárceles estatales, traen a la memoria incidentes similares en Nuevo Laredo,
Reynosa y Matamoros en el estado de Tamaulipas, ocurridos durante el período
sexenal de EUGENIO HERNANDEZ FLORES.
Respecto al mortal accidente que se
registró en la petrolera ciudad Reynosa, el asunto simple y sencillamente es
más que preocupante.
Además, no deja de ser sospechosa la
explosión que se registró algunas semanas antes en la refinería de ciudad
Madero, que también dejó como saldo desgracias personales y cuantiosos daños
materiales.
Cierto es que las instalaciones de
Petróleos Mexicanos no son precisamente de nuevo cuño. Sin embargo, la coincidencia
de los incidentes en zonas de combate de bandas de narcotraficantes provoca que
la imaginación tome otras dimensiones.
Lo paradójico en el caso de la explosión
del Cabezal de Medición en la instalación petrolera reynosense es que, justo
una semana antes, se había llevado a cabo un simulacro de accidente en ese
mismo lugar, con la participación de distintas instituciones de auxilio y
emergencia.
Otros incidentes se han registrado en áreas
rurales como consecuencia de la extracción ilegal de combustibles, sin que
PEMEX o autoridad alguna haga público ese tipo de ilícitos.
En la Cuenca de Burgos, por ejemplo, la acción de
grupos delictivos ha impactado severamente los trabajos de explotación de
hidrocarburo. Extrañamente, el gobierno federal no ha dispuesto vigilancia
especial para vigilar las instalaciones y proteger la integridad física de los
empleados al servicio de la paraestatal.
La búsqueda de otras fuentes de
financiamiento y refuerzo de sus filas, por parte del crimen organizado,
permite suponer que las acciones del gobierno federal en algo han vulnerado su
estructura, sin que eso quiera decir que el bien ha vencido al mal.
Es evidente que la diversificación del
delito es un recurso que los grupos delincuenciales han adoptado para resarcir
las pérdidas en batalla.
Lo malo del caso es que el embate
gubernamental no ha arrojado los resultados esperados y, por el contrario, la
sociedad mexicana sufre cada vez más las consecuencias.
Ni hablar.
Y hasta la próxima.
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