H, Matamoros, Tamaulipas:

¿Cuento de nunca acabar?




LA grave problemática que enfrenta el país, relacionada con la violencia y fugas de los penales carcelarios, hace necesaria la intervención urgente y decidida tanto de las Federación como de los gobiernos estatales.

    Los escapes masivos y los crueles asesinatos derivados de la pugna por el poder, o bien de rivalidades entre bandas delictivas antagónicas han dado la vuelta al mundo y enrarecido la imagen de nuestro país en el extranjero.

    Hoy en día, en base a los acontecimientos de los últimos años, resulta estéril dividir opiniones acerca del grado de responsabilidad de ambas instancias gubernamentales.
    La cruda realidad que arroja la evasión de decenas de internos considerados como de alta peligrosidad y la masacre de otros ha provocado reacción en la propia Organización de las Naciones Unidas.

    Los últimos acontecimientos en los penales de Apodaca y  Topo Chico, en el estado de Nuevo León, reflejan la dimensión del problema y la urgente necesidad de resolverlo.
     Que si la violencia y corrupción tienen origen en el gobierno federal o en el estatal, por ahora es lo de menos. La implementación de medidas que ayuden a resolver el conflicto es lo que ambas instancias gubernamentales deben aplicar a la brevedad posible.

     Asimismo, de poco o nada sirve que el gobierno del presidente FELIPE CALDERON HINOJOSA se ufane en repetir que actualmente se están construyendo ocho penales de alta seguridad en distintas entidades del país.

     De igual modo, en nada contribuyen a la solución del conflicto declaraciones de mandatarios estatales en el sentido de que han solicitado la intervención federal para la reubicación de reos peligrosos y procesados por delitos federales, a centros penitenciarios de alta seguridad,

    Al respecto, el secretario General de Gobierno, MORELOS CANSECO GOMEZ, tiene razón al afirmar que en Tamaulipas, por ejemplo, las cárceles fueron diseñadas y construidas para sancionar a infractores de la ley de acuerdo a la problemática delincuencial de la época.
   
Es decir, nunca se pensó que el país estuviera inmerso en el grave problema en que se ha convertido la lucha calderonista en contra de la delincuencia organizada.
  
  Como efecto colateral, además de las 60 mil muertes oficiales, la acción gubernamental ha generado la sobrepoblación de los centros penitenciarios estatales.
  
El subsidio a los gobiernos locales para la manutención y vigilancia de reos procesados por delitos del orden federal, en algunos casos se convierte en el meollo del asunto, en opinión de la coordinadora de la fracción parlamentaria pianista en el congreso tamaulipeco, BEATRIZ COLLADO LARA.

     Según la legisladora, tales recursos adicionales no son ejercidos en aquello para lo que son enviados y, en cambio, son aplicados en otros rubros que nada tienen que ver con el fortalecimiento de instalaciones y medidas de seguridad.
     
El caso es que las fugas y asesinatos masivos ocurridos el año pasado en Tamaulipas y los últimos acontecimientos en cárceles neoleonesas son situaciones que marcan la realidad y la impotencia gubernamental en tener el control total en ese tipo de instalaciones, erigidas para la ejecución de sanciones.
   
  Al margen de dimes y diretes relacionados con el grado de responsabilidad entre Federación y estado, lo único cierto es que, además de la ineficacia calderonista para someter a los cárteles de la droga, la fallida estrategia está provocando sobrepoblación carcelaria.
    
Lo peor del caso es que las acciones del Ejército Mexicano, Marina y Policía Federal, con todo y su mortal aportación, de poco o nada sirven. Ni aniquilan los grupos delictivos ni tampoco los peligrosos delincuentes arrestados cumplen su castigo ante la sociedad, al ser rescatados por sus cómplices.
   
La situación no parece tener fin y, por el contrario, todo hace indicar que la cifra oficial de muertos en la actual batalla del sexenio habrá de ser modificada a la alza, al igual que la estadística que analiza la fuga de reos de los penales estatales y federales.
   
  Cuestión de analizar cómo a diario en diversos sitios cibernéticos refieren de asesinatos relacionados con el narcotráfico o crimen organizado.
    
Tan sólo la ciudad de Monterrey aporta diariamente su cuota de muertitos en esa lucha, estéril, hasta ahora, que habrá de marcar e identificar el sexenio de CALDERON HINOJOSA.
   
Ni hablar.

Y hasta la próxima.
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Editores periodico frontera

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