Las empresas de la región adolecen de falta de
capacidad de innovación en productos y procesos
Hay excepciones: el sector automotriz de México, el de la tecnología agrícola en Brasil, los vinos de alta calidad de Chile y Argentina. Pero la regla general es que el nivel de innovación de los emprendedores de América Latina y el Caribe es mucho más bajo que el de los emprendedores de regiones comparables de Asia y Europa del Este. En consecuencia, el crecimiento del sector empresarial latinoamericano es lento y también es menor su capacidad de generar empleos de calidad y de impulsar el desarrollo de sus países de origen.

Ni las empresas exportadoras ni las multinacionales –las ‘multilatinas’-, consideradas como ‘las estrellas emprendedoras de la región’, escapan a la escasez de innovación. Entre las razones enumeradas en el informe, se cuentan la deficiencia en la formación del capital humano, la baja competitividad de los servicios básicos -como la comunicación, el transporte y la logística- y un entorno económico e institucional desfavorable. “En la región, aparentemente, los inversores se sienten menos seguros que en otras regiones porque las reglas de juego cambian con demasiada frecuencia y los sistemas judiciales no se han modernizado para tratar temas relacionados con la propiedad empresarial”, ha explicado el economista Augusto de la Torre.
La suma de estos factores no solo afecta la productividad y el crecimiento de las empresas de la región -que en promedio tienen un tercio del tamaño de las empresas de los países de ingreso mediano de Asia oriental y el Pacífico, en el caso de aquellas con más de 40 años de antigüedad--, sino que incide en su capacidad para generar empleos de calidad que impulsen el desarrollo. “Incluso las empresas más grandes de América Latina generan menos empleo que las empresas más grandes de otras regiones. Desde el punto de vista de las políticas, es fundamental plantearse cómo abordar la brecha en el crecimiento de las empresas y, para lograrlo, hay que cambiar el paradigma actual que enfatiza el apoyo a las empresas pequeñas por uno que se centre en el respaldo a las empresas jóvenes y de nueva creación”, recomiendan los especialistas del Banco Mundial, en un contexto en el que los Gobiernos han tendido a patrocinar programas de respaldo a pequeñas y medianas empresas, las PYME.
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