H, Matamoros, Tamaulipas:

¿Comparaciones tendenciosas?


PALACIO JUEVES 2 DE AGOSTO 
 Por:Mario Diaz
           
    MUCHO se ha polemizado acerca de la inconformidad del candidato presidencial de las izquierdas, ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR, ante lo que considera una elección no equitativa.
   El tabasqueño y sus seguidores aseguran que la competencia federal por Los Pinos no se llevó en el marco de equidad que pregona el Instituto Federal Electoral y que, por el contrario, se favoreció al PRI y su abanderado ENRIQUE PEÑA NIETO.
     Las encuestas supuestamente amañadas, la coacción al voto a través del llamado Monex y la parcialidad de medios algunos medios de comunicación, son, entre otros, los argumentos de LOPEZ OBRADOR.
    En cambio, sus detractores principalmente tricolores esgrimen en su favor que es un candidato que no sabe perder y que se inconforma cuando los resultados electorales le son adversos, pero no cuestiona cifras que le favorecen.
     Cuando LOPEZ OBRADOR gana es que hubo democracia y cuando pierde hubo fraude electoral, es lo que le recriminan a quien también se autonombró “presidente legítimo”.
    El argumento más socorrido de la corriente crítica es que el tabasqueño no cuestiona las votaciones en el Distrito Federal en donde el candidato perredista MIGUEL ANGEL MANCERA, prácticamente barrió con sus rivales que también buscaban  la jefatura de gobierno.
    Lo cual, a ojo de pájaro, podría ser un argumento válido. Sin embargo, no hay que olvidar que ANDRES MANUEL compitió por la Presidencia de la República y no por la titularidad en el D. F.
    Tampoco debe pasarse por alto que la urbe capitalina es un bastión perredista, por lo que el ex Procurador de Justicia salió avante con creces al término de la jornada comicial.
    La diferencia del voto ciudadano a favor de MANCERA, muy superior al de sus competidores, no deja lugar a dudas el resultado de la elección.
     Por lo tanto, ni el PRI ni el PAN ni el PANAL y sus respectivos candidatos no tienen nada qué decir acerca de la captación de sufragios.
     En consecuencia, resulta incongruente y falto de objetividad el tan sólo pensar que el candidato presidencial perredista tuviera alguna objeción ante tan disparejo resultado.
     El relativo escaso margen que lo separa oficialmente del mexiquense es lo que mantiene al tabasqueño en pie de lucha ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
     Es decir, no se trata de una postura convenenciera el hecho de no cuestionar el triunfo de MANCERA en el Distrito Federal como algunos argumentan. El triunfo contundente de éste no deja lugar a dudas.
    Tan es así que ni los partidos rivales ni sus respectivos candidatos, han presentado ninguna inconformidad ante la autoridad electoral. Así de sencillo.
   Respecto a que las encuestas por Los Pinos siempre favorecieron a PEÑA NIETO no existe duda alguna. La inconformidad lopezobradorista estriba en que sus porcentajes indujeron al voto y que éstos en nada se parecen a los resultados que arrojaron la presencia ciudadana en las urnas electorales.
    En cambio, las encuestas que vaticinaban el triunfo de MANCERA además de ser muy superiores a las de sus rivales políticos, finalmente fueron las cifras que se reflejaron al término del proceso eleccionario.
     Por lo tanto, no es objetivo criticar a LOPEZ OBRADOR ante el rotundo triunfo izquierdista en el D.F., que ni los propios contrincantes dudaron. Los escasos 5 puntos porcentuales que actualmente hacen la diferencia y los argumentos de inequidad es un panorama totalmente distinto.
    Pero, más aún, no debe olvidarse que MIGUEL ANGEL compitió por la jefatura del gobierno capitalino y que ANDRES MANUEL lo hizo por la silla presidencial que dejará vacante FELIPE CALDERON HINOJOSA.
     En ese contexto, sobran quienes opinan que al tabasqueño sólo le gustan los resultados halagadores y no aquellos que avalan la derrota. Lo cual en cierta forma podrían tener razón.
    No obstante, no es lo mismo el rumbo que tomó la elección capitalina el pasado primero de julio, a medio millón de votos, hace seis años, que avaló en medio punto porcentual el triunfo calderonista.
     Si bien es cierto que seis años después la diferencia es de alrededor de cuatro millones de sufragios de un padrón de poco más de 50 millones de electores es justificable la postura, máxime si se cuentan con argumentos probatorios de inequidad electoral.
     Y hasta la próxima.
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Editores periodico frontera

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