miguel de la rosa
Neruda...el poeta confeso.
Aunque el
pseudónimo que Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto tomó para distraer a su
padre y que no se enterara que escribía poemas, en realidad su reconocida obra
poética consolidó allende las fronteras de su nación, el sobrenombre de Pablo
Neruda.
De Neruda, el premio Nobel mexicano,
Octavio Paz dijo que había sido su enemigo más querido, pero reconoció que lo
admiró, le tuvo afecto y hasta combatió.
No sobra comentar, que debido a ciertas desavenencias, estuvieron a punto de
liarse a golpes y que sólo al paso de 20 años, sólo el tiempo pudo arreglarlos.
Es relativamente obvio el desencuentro entre estos dos gigantes de las letras,
por la simple razón que en literatura, como en la física, las cargas iguales se
repelen.
Huérfano de madre al mes de nacido,
Pablo vive con un madre postiza que lo adopta y a la que el llama mamadre. Reside rodeado de la naturaleza
virginal de la región que lo inspira y nunca olvida, Tamuco. El verde de los
espesos bosques, el reflejo del astro rey en el espejo de sus ríos y los cielos
azulados pigmentados con el blanco de las formas de las nubes caprichosas, se
le aferraron a la mente de por vida y nunca dejó de admirarlas y permitirse
dejarse intervenir por estas impresiones. En los subsecuentes poemas habrá de
tener presente al medio ambiente de su país.
A los 20 años, publica su primer
obra poética de renombre: “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”. En
estos versos, Neruda insiste en la analogía indisoluble de los crespúsculos con
la descripción tormentosa de terminar una aventura o de iniciarla. Y sí, los
crepúsculos de Neruda, son como los atardeceres de su vida intranquila, llenas
de avatares, pero repletas de episodios de amor plural y diverso, entonces, lo
acepta y refiere en su última obra editada después de su muerte: “Confieso que
he vivido”, donde además nos lega para la posteridad, el relato de su periplo
por la política, el servicio exterior y los encuentros furtivos del amor que
para él, es fácil despojarse para reiniciar cuando se le plazca, una nueva
relación, quizás con el propósito de ser permanente, pero si no lo es, no le
preocupa, porque para el también es cómoda, la ruptura. En el poema número 6,
le canta a la mujer ausente, penetrante y presente, genérica y crepuscular: “Te
recuerdo como eras en el último otoño. Eras la boina gris y el corazón en
calma. En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo y las hojas y las hojas
caían en el agua de tu alma.” Pero la frase que ha dado vuelta al mundo,
traducido a decenas de idiomas y que refracta los sentimientos, es el que
contiene el poema número 15: “Me gusta cuando callas, porque estas como ausente,
y me oyes desde lejos y mi voz no te toca”. Pero el máximo de su melancolía y
nostalgia a los amores desprendidos, lo versa en el poema 20, cuando dice:
“Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir por ejemplo, -la
noche está estrellada y tiritan, azules, los astros, a los lejos-”.
Su condición de poeta transicional,
del amor a la ideología política, le provocan el reproche de otro de los
grandes de las letras argentinas; Jorge Luis Borges, quien aparte de ser sólo
amigos ocasionales, le critica la arritmia de sus escritos y la vaguedad de su
contenido. Se repite la historia del desencuentro entre los literatos
laureados.
La abrupta conversión al pensamiento
social y su recalcitrante militancia en el partido Comunista, le permiten ser
condecorado con el premio Lenin y precandidato a la presidencia de Chile, pero
deja su aspiración para que su amigo y correligionario, Salvador Allende, sea
el primer mandatario socialista que llega al cargo por la vía electoral en
América.
La poesía de Neruda se vuelve
combativa al paso del tiempo cuando se pronuncia contra los abusos de la
dictadura de España en la Guerra Civil.
En “Corazón de España”, agrede a los militares que provocan el
derramamiento de sangre de niños y de los hombres que luchan por una patria
libre. En la cúspide del éxodo de los republicanos perseguidos, le crea un
“Canto a las madres de los milicianos muertos”, y grita que sus hijos: “No han
muerto, están en medio de la pólvora, de pie, como mechas ardiendo”.
Su Canto General, compuesto de más
de 200 poemas, se percibe como una obra ambiciosa que se confunde con una oda
épica de grandes dimensiones. El tránsito por los paisajes naturales
adjetivados a ultranza llegan a un canal que se encierra en la cultura de todo
un pueblo. El esfuerzo por crear un documento que abarca la traslación
histórica hispanoamericana con un sentido teleológico que persigue la identidad
cultural de los pueblos que fueron conquistados, es digna de alabar a pesar de
su prolongación.
Pablo Neruda, corea a los cuatro
vientos su sentir hacia el amor agitado. Esto le brinda una motivación que le
permite ser un poeta singular y exitoso.
Y sufrió en carne propia la
persecución de los amantes de las restricciones, de quienes osan y se atreven a
limitar las ideologías.
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