H, Matamoros, Tamaulipas:

Va Tamaulipas por clínicas ´patito´ y falsos cirujanos

 Sin Filtros; por Brenda Ramos

     

Un estadounidense con meningitis infectado en Tamaulipas ha revivido las viejas historias acerca de clínicas incompetentes y médicos no certificados que han estafado a miles pacientes a través del millonario negocio de las operaciones estéticas y reconstructivas.

 La persona que enfermó después de practicarse una cirugía en el lado tamaulipeco murió. Era originario de Texas y había estado en el país a principios de mayo junto a otros nueve que también desarrollaron meningitis fúngica (por hongo). El 26 de este mes, Estados Unidos anunció una segunda muerte por la misma infección.

 Desde el primer fallecimiento, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos emitió una alerta por meningitis fúngica en dos clínicas de Matamoros. Se trata de Centro Quirúrgico River Side y la Clínica K-3.

 Estas alertas son en sí mismas una infección letal para la economía fronteriza, ya que miles de pequeños negocios y prestadores de servicios viven del turismo médico, pero las alertas los aniquilan.

 Estamos ante dos problemas graves: el estancamiento de los servicios médicos y la posibilidad de entrar nuevamente en alerta sanitaria internacional, al menos entre Estados Unidos y México, con restricciones que podrían afectar a personas que necesitan operarse en la frontera por verdaderos problemas de salud.

 Hay 14 casos confirmados de meningitis fúngica que salieron de esas clínicas, de los cuales 11 son estadounidenses y cinco, mexicanos. Con estos datos puede decirse que la presión estadounidense solo irá en aumento.

 Pero las cifras de personas atendidas son aún mayores. La Jurisdicción Sanitaria III, después de conocer los casos y el primer fallecimiento, ha identificado a 547 pacientes que tuvieron cirugías en las clínicas señaladas entre el 1 de enero y el 13 de mayo.

 La meningitis es una inflamación de la capa protectora del cerebro, causada por bacterias, virus u hongos. Se considera que la infección pudo ser originada por un anestésico contaminado llamado bupivacaína, como ocurrió en Durango el año pasado, que mató a 38 mujeres y 1 hombre.

 Cuando se cumplen con las medidas de control, esterilización y cuidado hospitalario, es imposible que pase un medicamente dañado sin que se descubra. Pero aquí ocurrió lo contrario.

 La situación en las clínicas ahora clausuradas era desastrosa, de acuerdo con una inspección realizada por las dos comisiones para la Protección contra Riesgos Sanitarios, la federal y la estatal; se detectó “falta de control sobre el ingreso y trazabilidad del medicamento anestésico que se suministró a los pacientes; no contar con autorización sanitaria para los actos quirúrgicos; irregularidades de infraestructura y falta de acreditación profesional del personal médico para cirugías estéticas, por lo que las clínicas fueron suspendidas y se decomisaron medicamentos y dispositivos”.

 ¡No tenían autorización para hacer cirugías! ¡No contaban ni con títulos de cirujanos plásticos! Un fraude absoluto.

 Esta aberración nos recuerda un escándalo que se descubrió en Río Bravo gracias a la denuncia de personas engañadas por falsos médicos.

 En 2021, dos mujeres jóvenes se sometieron con ilusión a una cirugía plástica en la clínica Renace, de Río Bravo. De acuerdo con las víctimas, a los pocos días de recibir el alta médica, sus operaciones no sanaban y una de ellas debió hacerse una segunda intervención para retirarle los implantes, pues sufrió infecciones y estuvo en peligro de muerte.

 Esta paciente manifestó sus dudas sobre la capacidad del cuerpo médico de la Clínica Renace para ejercer la cirugía plástica. Después de su caso, salieron decenas de historias de prácticas médicas deficientes y de pésimos resultados después de la operación.

 Debido a los millones de dólares que gastan estadounidenses y canadienses en cirugías reconstructivas, principalmente mujeres pero no únicamente, una verdadera invasión de médicos chiflados y oportunistas llegó a Río Bravo y otras ciudades fronterizas a brindar sus servicios. No mostraban más que unos sencillos diplomas de “maestrías” y seminarios para acreditar su actividad.

 Las autoridades estuvieron rastreando estos quirófanos del terror, pero nunca se conocieron las conclusiones. De ninguna manera el problema se declaró resuelto.

 Ahora, después de la tragedia de la meningitis fúngica, la Comisión Estatal para la Protección contra riesgos Sanitarios debe barrer con los charlatanes que ejercen la medicina reconstructiva sin haber pisado jamás la universidad.

 El balón está en la cancha de la Coepris, como se dice, y la sociedad espera que anote muchos goles a los negocios que usurpan a los verdaderos cirujanos. Por culpa de estos impostores, Tamaulipas está a punto de sufrir la caída de su turismo médico, que tanto beneficios económicos genera, lo mismo que empleos, incluso el deterioro de su imagen como estado, serio, eficiente y responsable, capaz de aplicar la Ley de Salud y sus reglamentos.

 No debe perdonar ni una sola clínica que no cuente con el más mínimo permiso de funcionamiento. No faltarán negocios que quieran utilizar a la 4T o a Morena en busca de impunidad, o más bien engañados de que eso bastará para estafar a la gente o  enfermarla más. Siendo médicos falsos, sin certificación en cirugías plásticas, no importa que militen con la izquierda, con la derecha o con nadie: se les debe procesar y retirar del mercado.

 Es preferible “ahorcarlos” a ellos por estafar a la gente que ahorcar a Tamaulipas.

Compartir en Google Plus

Editores Periódico Frontera de Tamaulipas

0 comentarios: