Inoperantes, los institutos estatales de la
Mujer
Por: Anayeli García Martínez y Anaiz Zamora Márquez/ Cimacnoticias
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México,
DF.- A 15 años de creados, los mecanismos de la Mujer en los estados son el reflejo
del desinterés de los gobiernos por promover los Derechos Humanos de la
población femenina.

De cara a la conmemoración del Día Internacional de la Mujer el próximo 8 de
marzo, Cimacnoticias hace una revisión en cuatro entregas de la situación que
guardan los institutos en seis de las entidades con menor Índice de Desarrollo
Humano (IDH), indicador de Naciones Unidas sobre la capacidad de las personas
para desarrollarse como individuos.
La investigación se centra en los estados de Guerrero, Chihuahua, Veracruz,
Estado de México, Guanajuato y Chiapas.
A partir de entrevistas con usuarias, expertas, activistas, académicas y la
revisión de material documental, se confirma que los institutos de la Mujer no
impulsan legislación a favor de las mexicanas y tampoco vigilan la
implementación de las normas vigentes.
Por ejemplo en Chihuahua, donde tan sólo en Ciudad Juárez –según cifras del
Colegio de la Frontera Norte– mil 441 mujeres fueron asesinadas de 1993 a 2003
y en lo que va de 2014 la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa ha
denunciado la desaparición de 60 jóvenes, el mecanismo estatal se ha mantenido
al margen de la problemática.
O bien el caso del Instituto Guanajuatense de la Mujer, que mantuvo una postura
contraria al derecho al aborto legal cuando en 2009 se reformó la Constitución
local para “proteger la vida desde la concepción”, e incluso lanzó una campaña
a favor de la reforma que criminaliza a las mujeres.
OFICINAS DE GESTORÍA
Lejos de intervenir en políticas y programas, muchas veces los servicios de los
institutos se reducen a capacitación de funcionarios menores, y a atender a
mujeres víctimas de violencia para luego canalizarlas a otras dependencias, ya
que los mecanismos carecen de recursos o personal necesarios para dar
seguimiento a los casos.
Y es que año con año el presupuesto de estas instancias apenas aumenta unos
miles de pesos; por ejemplo, mientras el primer presupuesto del Instituto
Veracruzano de la Mujer (en 2007) fue de 10 millones de pesos, sólo hasta
2013 el monto se duplicó a 20 millones.
María Luisa Tarrés, profesora-investigadora del Centro de Estudios
Sociológicos de El Colegio de México, advierte que los institutos se crearon en
un contexto que no ofreció oportunidades políticas favorables para plasmar los
proyectos del movimiento feminista, que desde los años 70 exigía que las
necesidades de las mujeres estuvieran en la agenda pública.
Gabriela Delgado Ballesteros, maestra en psicología clínica e investigadora de
la UNAM, recuerda que en 1995 durante la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer,
en Beijing, México adoptó la plataforma de acción que contemplaba la creación
de un mecanismo para garantizar el desarrollo de las mujeres.
Fue así que en 1995 nació el Programa Nacional de la Mujer (Pronam), que
en 1998 se convirtió en la Comisión Nacional de la Mujer (Conmujer), cuyo fin
era impulsar políticas públicas en educación, cuidado de la salud, atención a
la pobreza, trabajo, familia y combate a la violencia.
En 2001, por decreto presidencial el Conmujer se transformó en el Instituto
Nacional de las Mujeres (Inmujeres) y a los 32 gobiernos estatales se les
mandató replicar el modelo, pero no lo hicieron de manera uniforme.
DISPARIDAD INSTITUCIONAL
Y es que algunos organismos de la Mujer son descentralizados, otros
desconcentrados, unos tienen autonomía, otros más fueron creados por decreto y
otros por ley, lo que significa que pueden o no depender del Ejecutivo estatal
e incluso estar en riesgo de desaparecer.
Delgado, también ex directora del Instituto de las Mujeres del DF, destaca que
el espíritu de los mecanismos era que permearan a todas las secretarías
estatales, para desde ahí poner en marcha programas integrales con perspectiva
de género.
Lograr tal objetivo –aclara– dependía mucho del lugar dentro de la
administración pública donde se colocara a los institutos. Se quería que fueran
órganos descentralizados y autónomos con capacidad amplia de gestión, pero
mientras algunos dependen de las secretarías de Gobierno, algunos otros no lo
hacen, y muchos sufren modificaciones en el camino, explica la especialista.
Un ejemplo es el Instituto Mexiquense de la Mujer, creado por decreto en el año
2000, y seis años después convertido en un asistencialista Consejo Estatal de
la Mujer y Bienestar Social. Sólo Guerrero cuenta con una Secretaría de la
Mujer –creada en 1998–, lo que le da más atribuciones.
A esta disparidad institucional se suma que apenas el 60 por ciento de los
municipios a nivel nacional cuenta con un Instituto Municipal de la Mujer.
Tarrés apunta que este panorama demuestra que no se ha logrado
institucionalizar la perspectiva de género como una herramienta, para integrar
a las mexicanas a la ciudadanía y el desarrollo.
“La institucionalización depende de la apropiación que funcionarios y sociedad
civil hagan de esta perspectiva, y del valor que se otorgue a la equidad y a
las mujeres en la sociedad y en el sistema político”, subraya.
Los procesos de designación de las titulares de los institutos, sobre quienes
recae la responsabilidad de gestionar e impulsar las acciones a favor de las
mujeres, son otra prueba de la falta de interés de los gobiernos hacia estos
mecanismos.
En muchos casos llegan al cargo mujeres sin visión de género o sin la formación
política necesaria para gestionar las acciones y recursos necesarios. Este tema
se abordará en la segunda entrega de este serial.
14/AGM/AZM/RMB
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