MATAMOROS DE
AYER Y HOY
Por Lic. Luis
Gerardo González Álvarez
Hola que tal amables
lectores con la celebración de estas importantes fiestas patrias en nuestra
historia y en nuestra cultura, sin lugar a dudas la Plaza Principal juega un
papel importante, ya que es el actor de primera
línea, quien se tiene que llevar las mejores galas, la fiesta, la manifestación
de nuestro pueblo, al gritar todos al unisonó: ¡Viva México!, ¡Vivan los héroes
que nos dieron patria y libertad! ¡Viva nuestro Matamoros, Viva México!
Y las arengas dando testimonio al mencionar a cada uno de los héroes
que nos dieron patria y libertad, se
enchina la piel al escuchar estas manifestaciones de patriotismo, pero les
pregunto a ustedes amables lectores, ¿como era la ceremonia del grito en
aquellos años?, del Matamoros del recuerdo cuales eran las costumbres de
asistir a estas magnas celebraciones.
En las recopilaciones documentales que hemos tenido a bien preparar,
existe una que he considerado unas de las más completas, que nos hizo llegar en
su momento el Lic. Carlos A. García Morín, en su libro titulado Recuerdos que publicó
haya por el año de 1993 y que fue distinguido por el entonces Presidente
Municipal el Lic. Tomas Yarrington Ruvalcaba, con el reconocimiento al Merito
Ciudadano 1994.
En el año de 1945 nuestra comunidad vivía y se desenvolvía con tintes
pueblerinos matizados con costumbres populares, de las cuales pocas se
conservan; como es natural, los cambios sociales, producto de extranjerismos,
modificaciones culturales, como consecuencia de los avances de la ciencia y la
tecnología, que inciden hasta en lo social, en muchos por los medios de
comunicación que cada vez con mayor presteza nos dan a conocer la forma de la
vida de otros lugares etc.
En aquellos años “La Plaza de Armas”, como se le llamaba cuyo nombre
oficial es “Plaza Hidalgo”, en honor al padre de la patria. En esos días
amenizaba la banda de música, la que por razones ignoradas en la segunda mitad
de los cuarentas y durante los cincuentas, se usó música grabada en aquellos
discos de carbón de 78 revoluciones, de una solo pieza musical por lado.
Se escuchaban piezas
como “Rosas rojas para una dama triste” entre otras de corte instrumental y
romántica, era la que mas se escuchaba y después “Jornada Sentimental”.
La gente asistía para
ver y darse a ver por los demás; en el anillo del entorno se formaban tres
líneas, la del centro caminaba en sentido contrario a las otras dos, estas
seguían el sentido de las manecillas del reloj.
La fila de en medio
generalmente la usaban las damas, la del lado de adentro las parejas y la de
afuera los varones; como sucede hoy en día verdad.
El kiosco era más pequeño y con acabado distintos al actual, que se
hiciera a fines de los cuarentas; era la única explanada a la que realmente
podía denominarse ágora.
Ver los sábados por la tarde y domingo en la mañana sobre todo en
temporada de cosecha estacionados a partir de la Guerrero por la cuatro y la
cinco rumbo al sur. Los campesinos venían al pueblo, como comentaban, a surtir
el mandado para la semana, en el entonces los abarrotes más grandes de la
comunidad, eran el del Sabino Pérez, en la tercera y Herrera; el de Everardo
Villarreal, en la Matamoros
y Once; y uno mas que se ubicaba por la Sexta e Independencia, enseguida de la iglesia.
Después de la revolución se encontraron con el declive del ingreso de
sus recursos, a la única persona que conocía de ellos, fue una dama bajita de
estatura, encorvada por el tiempo, con voz apagada, que vendía billetes de
lotería, en su necesidad fue vendiendo lo que tenía.
Se estableció “El hogar eléctrico” y en la actualidad una mueblería,
al costado el hotel “Villa Española”, su edificación como todas las venidas del
siglo anterior o de principios del siglo veinte.
En las aceras del entorno, siguiendo el curso de izquierda a derecha,
y comenzando por septenario en el centro de la cuadra había una pequeña tienda
de curiosidades propiedad de un señor de apellido Pérez y enseguida el “Moctezuma
Bar”, que se decía que en su segunda planta había tenido un hotel con el mismo
nombre.
En la esquina de la González y Quinta el “U.S.
Bar Restaurant”, cruzando la calle doce, donde ahora se encuentra un
estacionamiento, se ubica una tienda de curiosidades que se llamaba “La
Canasta”, propiedad de un señor de apellido Citscovitz y en el ángulo sur oriente “El
Texas Restaurant Bar”, de un señor González Cepeda.
Siguiendo hasta el lado de medio día, la cantina “La Cucaracha” y a su
lado unas curiosidades con el mismo nombre y contiguo la entonces Iglesia de
“Nuestra Señora del Refugio”, hoy catedral.
La esquina de Morelos y Quinta, nos encontrábamos con un edificio de
dos pisos muy similar a los que tienen el centro históricos de la ciudad de
Tampico; el de aquí albergaba las oficinas y bodega de la Aduana Fronteriza de
Matamoros que en temporada de cosecha, se llenaba de pacas de algodón para
exportar, que los estibadores con unos ganchos de acero en su mano movían.
En el ángulo de enfrente había una casa particular propiedad de uno de
los varones de la familia Guerra, y en la bocacalle de Quinta y Morelos en el
ápice Sur Poniente estaba la Agencia Aduanal “Paulino Santillana”, por la misma
cera camino al poniente, una casa habitación de una familia Hinojosa.
Bueno hasta aquí nuestra primera parte de este bello y emotivo relato
de nuestra Plaza Hidalgo, nuestra Plaza Principal, que hoy esta de manteles
largos esperando a nuestra Sociedad Matamorense, a sentir y vibrar por nuestros
símbolos patrios y la fiesta por la celebración del 203 aniversario de nuestra
Independencia Nacional.
Hasta la próxima mi correo es archivomunicipal@gmail.com
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