H, Matamoros, Tamaulipas:

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¿Y si fuera su hija?
Por Oscar Díaz Salazar 
En los últimos años de su existencia, el periodista Germán Dehesa solía concluir sus escritos, que le publicaban en cientos de medios de comunicación del país, con un cuestionamiento dirigido al entonces gobernador del estado de México, Arturo Montiel.
El colofón de sus columnas en las que abordaba con muy singular estilo los temas más variados de la política, la cultura y los asuntos domésticos, lo dedicaba Germán Dehesa a preguntarle a Arturo Montiel, ¿Que Tal durmió?, en tono de reproche por las muchas pillerías del político que en su momento señaló el periodista.
La pregunta que Germán Dehesa alcanzó a plasmar en más de mil escritos fue una manera de vencer el olvido y de romper la lógica de los medios de comunicación en los que se afirma que nada hay más viejo que el periódico de ayer.
Mas de mil ocasiones le preguntó Dehesa a Arturo Montiel ¿qué tal durmió? Mas de mil recordatorios le hizo el también catedrático universitario, al político y a los lectores, de los actos de corrupción que toleró, fomentó y permitió el ex gobernador mexiquense.
La pregunta está inspirada en la creencia popular de que solo los hombres de buena fé y los que obran bien pueden dormir en forma tranquila, plena, a pierna suelta.
El persistente cuestionamiento sobre la calidad de los sueños, fue una denuncia permanente que ocasionalmente dirigió también a los responsables de las muertas de Juárez y a un par de “culpables” de tragedias y situaciones que perjudicaron a la sociedad mexicana.
¿Qué tal durmió? Fue una manera ingeniosa de machacar sobre un asunto que no debería dejarse de lado, que no convenía olvidar. Fue la respuesta inteligente de un periodista que logró vencer al olvido, que es el gran aliado de los poderosos, de los políticos corruptos y de los que cometen injusticias sin recibir castigo ni pagar por sus maldades.
En cada columna que en los últimos años escribió Germán Dehesa, el párrafo final se repetía con la pregunta ¿Qué tal durmió?, seguido de un consecutivo en numeración romana.
Reconozco que hay un abismo entre la capacidad de análisis, la inteligencia, el ingenio y el dominio del idioma que tenía mi admirado Germán Dehesa, y las habilidades de un columnista que no presume de ser bueno, pero sí de reconocer lo bueno.
Ante circunstancias similares a las que enfrentó Germán Dehesa, me voy a permitir adoptar una estrategia idéntica para señalar los abusos de los poderosos de mi pueblo, y por eso es que anuncio que en lo sucesivo le voy a dedicar el párrafo final de mis escritos al C. Guillermo Martínez García, Coordinador de comunicación social del gobierno de Tamaulipas, y lo elijo precisamente a él por ser el encargado de “silenciar” las voces discordantes en el concierto de alabanzas al gobierno, en el que ha degenerado el trabajo de una parte del periodismo local.
Selecciono a Guillermo Martínez para identificar a los responsables, y no generalizar al criticar a una institución - el gobierno de Tamaulipas – en la que trabaja gente honorable. Lo hago también porque al individuo este se le acusa del delito de violación a una niña, que es uno de los crímenes más viles y canallas que puede perpetrar un individuo.
Desde luego que estaré dispuesto – siempre lo he estado – a retractarme de lo escrito si me comprueban que mi información es errónea y mis juicios injustos.  
Concluyo hoy con una pregunta que espero sinceramente no tener que repetir mil veces.
Señor Guillermo Martínez:
¿Y si fuera su hija? 

Reynosa, Tamaulipas a 6 de septiembre de 2012
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Editores periodico frontera

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