H, Matamoros, Tamaulipas:

Tangente


Correcaminos
Por Oscar Díaz Salazar 
El espectáculo de futbol profesional es uno de los ejemplos más claros de los negocios privados que se realizan con recursos públicos.
El esquema ya lo tienen muy ensayado los señores que lucran con el dinero de los contribuyentes, y con la afición de la gente al futbol, con la adicción a un espectáculo deportivo que podemos definir, parafraseando a Carlos Marx, como el “opio del pueblo” de la época moderna.
Con el pretexto del fomento a la práctica del deporte, en concreto al futbol al que eventualmente ponderan con un “rollo” relacionado con la construcción de la identidad, la transmisión de valores y el establecimiento de relaciones sociales, se “monta” un tinglado de intereses, negocios, subvenciones, patrocinios, financiamientos, propaganda, espectáculo… y una dosis mínima de práctica deportiva.
En el caso de nuestro país, el modelo más utilizado es el de “asaltar” los fondos de las universidades públicas para fondear a un equipo de futbol, para sostener a un club supuestamente representativo de la casa de estudios en cuestión, aunque fuera del uso de los colores, la mascota y el dinero de la universidad, no exista mas vinculo entre el equipo y la institución de educación superior.   
En este lucrativo negocio del futbol profesional resulta que los “debe” se los asignan a las universidades autónomas, los gobiernos de los estados, los ayuntamientos y a otros entes públicos, mientras que los haberes se los adjudican los particulares, algunos grandes consorcios empresariales (Vg. Cemex) y muy especialmente las empresas televisoras.
El tema ha sido ampliamente documentado en casos como el del equipo Tigres de la UANL, Pumas de la UNAM, Atlante (que patrocinaba el IMSS) y otros más en los que se repite el modelo en el que se desvían recursos públicos, para hacerle frente a los gastos millonarios que implica la creación y el sostén de un equipo de futbol profesional.
Uno de los gastos más fuertes que se deben afrontar en la ruta critica para iniciar una empresa de futbol profesional en México, es el de la construcción del estadio de futbol y es precisamente en este rubro en el que se ha ensayado casi en la totalidad la regla de endosar a las instituciones públicas la responsabilidad de edificar el estadio. Pero no solo es el estadio en el que se celebran los encuentros oficiales, al equipo también hay que construirle su casa club, su gimnasio, sus dormitorios y sus campos de entrenamiento.
La coinversión en el negocio del fútbol entre particulares y gobierno (universidades, gobiernos, instituciones) es de lo más provechosa para los particulares. El negocio es público cuando se trata de pagar nominas, impuestos, publicidad, cuotas a la federación, compra de jugadores, etc., y es privado cuando hay ganancias… y vaya que las hay.
Dejo las generalidades que aplican en una buena parte de los equipos del futbol profesional en México, para centrar mi comentario en  el equipo de futbol profesional Correcaminos de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
El club representativo de la UAT fue tomado por asalto por la dupla que forma los regiomontanos José Manuel Basave Benítez y Guillermo Martínez García.
Guillermo Martínez fue presidente del club de futbol Tigres de la UANL. Estando (el que escribe) ajeno al mundo del futbol, para documentar la actuación del coordinador de comunicación social del gobierno de Tamaulipas como directivo del Tigres, me informé en la página oficial del equipo felino, en el que refieren una pésima actuación del ahora vocero del gobierno de Tamaulipas, en el único año en que presidió el club.
Guillermo Martínez regresa a Tamaulipas, estado que abandonó muy joven para estudiar  en Nuevo León, de la mano de su amigo (y últimamente socio en algunos bussines) José Manuel Basave, un personaje cuya vida transcurrió en el vecino estado de Nuevo León, hasta el momento en que su cuñado llegó – por obra y gracia de la casualidad – a la jefatura del poder ejecutivo del estado.
Tan pronto como llegaron a Tamaulipas, la dupla Basave – Martínez observaron que el negocio del futbol en Ciudad Victoria estaba subutilizado, desde el punto de vista del lucro y de las ganancias, y también calcularon que, con un poco de gracia y otra cosita – la influencia de su brother in law -, podrían llegar a manejar al equipo Correcaminos.
El operativo para quedarse con el Corre lo implementaron de inmediato y con muy ambiciosas metas. La audacia que mostraron en el plan de negocios para “posicionar” la marca Correcaminos en el gusto de los tamaulipecos los llevó a implementar medidas como la de habilitar al propio Ejecutivo del estado como el principal promotor de su equipo, de ahí el uso del color anaranjado en la vestimenta del Gobernador y la instrucción para pintarrajear de naranja a toda la superficie disponible que hubiera en cualquier rincón de la entidad federativa que los regiomontanos y sus ideólogos califican como “la parte de Nuevo León que hoy se llama Tamaulipas”.
Los periodistas y comentaristas deportivos de la capital afirman que el poder tras el trono en la directiva del club Correcaminos, es el par que integran el Jefe de prensa y el cuñado incomodo del gobernador Egidio Torre.  
Recientemente se inauguró la tienda oficial del Club Correcaminos de futbol. La reseña periodística del evento de apertura de la negociación en la que se expenden suvenires del equipo naranja, consigna que el corte del listón estuvo a cargo del Sr. José Manuel Basave, al que agregaron el titulo de Enlace del gobierno del estado con los equipos profesionales de futbol.
Como no se informó quien es el dueño de esta tienda, quien está lucrando con la comercialización de la imagen, los colores y el logo del Correcaminos, es válido suponer que este negocio también es de Basave y Martínez, o de alguno de sus testaferros.
Pero la aplicación de recursos públicos en el negocio del balompié no se agota en la propaganda nada subliminal que realiza el Gobernador Torre a favor del Correcaminos. El apoyo al futbol no se limita a la presencia del mandatario tamaulipeco en el estadio de futbol para echarle porras a su equipo y la publicidad de viva voz que realiza el Ing. Torre a beneficio del Correcaminos y en perjuicio de la investidura que ostenta. El apoyo del Gobernador Torre al Correcaminos, a su cuñado y a su vocero, a quienes la vox populi ubica como los jefes reales de la empresa futbolística Correcaminos, es tan contundente y efectivo como los 40 millones de pesos que recientemente aplicaron en la remodelación y ampliación del estadio “Marte R. Gómez”, recinto oficial del equipo Correcaminos.  
Cuarenta millones de pesos es una cantidad muy grande, en especial en una entidad que ha sufrido al ayuno casi total de obra pública y que ha padecido la cancelación de programas sociales, apoyos y subsidios a la población más desvalida. Esta cifra es la que se aplicó en las obras de ampliación del estadio, la remodelación de lo que ya estaba construido, la instalación de la pantalla monumental y la modernización de varios espacios periféricos.
Los estrategas regiomontanos están planeando el ascenso del equipo a la primera división, quieren llevar al Correcaminos al máximo circuito del futbol soccer en México, a las ligas mayores donde las ganancias son también mayúsculas, y por eso es que ya comprometieron al “Correcaminos mayor”, a su Jefe naranja, a construir otro estadio de futbol que cumpla con los requerimientos de la Liga Mexicana de Futbol para las sedes de los encuentros de la primera división.
Tiempo tienen para hacerse del equipo… les quedan cuatro años para completar su plan de negocios, para hacerse de la Rectoría de la UAT, para inventar un fideicomiso o patronato a modo en el que hoy manden a trasmano y mañana dando la cara si fuera necesario, para que el socio capitalista les construya el estadio y para que los victorenses (el resto de Tamaulipas va a estar muy difícil) se adhieran a la ola naranja.
A ver si en seis años no andan como los amigos de TYR y de Geño.
Reynosa, Tamaulipas a 20 de agosto de 2012
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Editores periodico frontera

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