PALACIO MARTES 14 DE
AGOSTO…….
Por:Mario Diaz
COINCIDENCIA o no, lo cierto es que la
violencia se ha recrudecido en el norte del país justo en los últimos meses que
le quedan al gobierno calderonista.
Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí,
Nuevo León, Coahuila y Chihuahua, son las entidades que registran mayor número
de “situaciones de riesgo”, como ahora se les denomina a los enfrentamientos
entre grupos delictivos o de éstos en contra de las fuerzas federales de apoyo.
Tampoco
escapan a esa grave situación de los últimos días Guanajuato, Durango,
Zacatecas, Morelos y Michoacán, entre otros estados del centro-norte de la
república mexicana.
La escalada violenta viene impactando de
manera directa el sector productivo, sobre todo aquél relacionado con el
turismo y la inversión de capitales nacionales y extranjeros.
Un ejemplo claro es el constante cierre de
los establecimientos ubicados a lo largo de la avenida costera Miguel Alemán,
allá en el puerto de Acapulco, Guerrero.
El intercambio de fuego, ejecuciones y
secuestros a cualquier hora del día genera la suspensión de actividades. El
cobro por derecho de piso y la obligada venta de enervantes en los antros de
vicio mantienen sumamente preocupados a los empresarios del ramo en aquel
destino turístico.
Lo mismo ocurre en el caribe mexicano,
desalentando a inversionistas que desean aprovechar las ventajas del
tradicional Cancún o la Riviera Maya.
Un caso concreto lo representa la
empresaria matamorense, BLANCA BELTRI, quien hubo de cerrar su negocio de
restaurante, como consecuencia del clima de inseguridad. Ante tal situación ha
decidido instalar su “Blanca Whites” en la Isla del Padre.
Como si el golpe al sector productivo no
fuera suficiente, los diversos grupos delincuenciales que se disputan la
supremacía en el trasiego y distribución de drogas han elevado el nivel de
sadismo, para hacerse notar.
Asesinatos múltiples, el degüello de las
víctimas, descuartizamientos e, incluso, asesinato de niños como parte de la
venganza son escenas que prácticamente mantienen aterrorizada a la sociedad.
Lo
ocurrido hace algunos días en una comunidad veracruzana es un ejemplo claro de
lo antes mencionado. Además de sus familiares adultos, tres niños fueron
degollados.
El presidente FELIPE CALDERON HINOJOSA se
ha mantenido en su postura de seguir enfrentando con la fuerza al crimen
organizado, sin que haya logrado doblegarlo a lo largo de poco más de cinco
años y medio de su sexenio.
Los boletines oficiales hablan de arrestos
de capos importantes de los distintos cárteles de la droga. Sin embargo, la
cruda realidad es que tales acciones, así como el abatimiento de sicarios, en
nada han contribuido para devolver la tranquilidad de antaño a los ciudadanos
aztecas.
En consecuencia, ni duda cabe que los
gobiernos de derecha no tan sólo no lograron aniquilar a los grupos delictivos
sino que, por el contrario, sólo han provocado mayor violencia que ha costado
la vida a alrededor de 100 mil personas.
A pocos meses de concluir su mandato
constitucional, CALDERON HINOJOSA deja un país ensangrentado, una juventud
envenenada y una notable descomposición del tejido social.
Desde hace doce años, las nuevas
generaciones consideran como algo natural la violencia e inseguridad que se
vive en el país. Eso, a fe de muchos, es la peor herencia que gobernante alguno
haya dejado a quienes serán el futuro de México.
Las “situaciones de riesgo” que se han
presentado en las últimas fechas, dan cuenta de la realidad que viven los
residentes fronterizos en la esquina noreste del país.
Balaceras, bloqueos, saldo mortal como
daño colateral, delincuentes abatidos y efectivos federales caídos en el
cumplimiento de su deber forman parte del acontecer cotidiano.
El control mediático impide difundir la
realidad de la manera tradicional, aunque, por fortuna, el espacio cibernético
y sus redes sociales no son susceptibles de censura, lo que permite que la
sociedad se entere de lo que un poder de facto trata de impedir.
Al menos por el momento, resulta
impredecible ver la luz al fondo del túnel que regrese la tranquilidad a los
matamorenses y, sobretodo, que las calles de esta ciudad fronteriza ya no sean
tomadas como campos de batalla.
Y hasta la próxima.
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