Tangente
Por Oscar Díaz Salazar
El ayuno de obra pública es uno de los principales ingredientes del coctel de factores que provocaron el rechazo al PRI y a sus gobiernos, y que ocasionaron la derrota del tricolor en Tamaulipas en la elección federal.
La compra de votos, las tarjetas sorianeras, las becas, las despensas, el permiso para comerciar en la vía publica, el disimulo de la autoridad para realizar un trabajo o prestar un servicio en forma ilegal y la entrega de bienes patrimoniales (dadivas) son factores necesarios, mas no suficientes, para construir las victorias del Partido Revolucionario Institucional.
Además de los votos comprados, los priistas necesitan (y reconozco que la tienen) la adhesión y simpatía de ciudadanos que se sienten a gusto con la actuación de los tricolores, aun y con todos los asegunes que ya se han documentado con lujo de detalles.
Considero que una de las razones para que el PRI siga gozando de la confianza de los ciudadanos, es porque siguen atendiendo el consejo de “hacer obras, que algo sobra”. La gente es condescendiente con los políticos que se embolsan lo que no es suyo, si el funcionario de mano larga les ofrece una plaza, una vialidad, una escuela o un centro cultural.
El acuerdo de tolerar los atracos si una parte del dinero publico se canaliza a obras, se cumple también en sentido negativo, es decir que cuando la obra publica es nula, los ciudadanos le retiran la confianza al gobernante, y esto se refleja en los resultados de las elecciones.
Para entender esta ausencia de obras y sus consecuencias políticas y económicas, busqué la versión de un amigo contratista que en cuestiones políticas es muy objetivo, un constructor que lo mismo le reconoce virtudes y defectos a azules, amarillos y colorados, un empresario que lo mismo trabaja para el gobierno federal panista, que realiza obras por contrato de las autoridades locales o priistas.
Mi asesor en materia de obra pública no necesitó argumentos muy elaborados ni teorías muy sofisticadas para explicarme y convencerme del rigurosísimo ayuno de obra al que nos ha sometido el gobernador Egidio Torre Cantú a los habitantes del norte de Tamaulipas.
“Recientemente - me comentó el contratista-, se sometió a concurso la ejecución de una obra pequeña, una obra cuyo monto no rebasa los tres millones de pesos”. La licitación para realizar una obra en el municipio de Río Bravo atrajo el interés de 80 constructores de la región.
Ochenta empresarios participaron en el concurso para hacer una obra civil, para lo cual tuvieron que desembolsar un promedio de quince mil pesos cada uno, en la adquisición de las bases y la preparación de la oferta técnica y económica respectiva.
El contratista que me dio la información, me hizo ver que ese numero tan elevado es un indicador muy claro de la inactividad en la que se mantiene la mayoría de las empresas del ramo en la región, y me compartió su convicción de que aquí también aplica la ley de la oferta y la demanda, por lo que bien podrían estar haciendo negocio los técnicos de las dependencias del gobierno de Tamaulipas con la simple emisión de convocatorias, además de la clásica negociación para definir la empresa a la que se le asigna el contrato.
Ochenta empresas, entre personas físicas y personas morales, están ociosas en este momento en el norte de Tamaulipas, y en contraste, nos provoca disgusto leer los boletines de prensa del gobierno del estado en los que se detallan las mejoras que se hicieron al estadio de futbol “Marte R. Gómez”, remodelado con una inversión de 40 millones de pesos.
Para entender los resultados del pasado primero de julio, debemos analizar el disgusto de aquellos a los que ya no les llegó la despensa, el enojo de los que ya no fueron convocados a trabajar (con paga por supuesto) como activistas de su partido y también la decepción de los empresarios y los trabajadores de las compañías constructoras que llevan casi dos años sin chamba.
oscardiaz482@msn.com
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