H, Matamoros, Tamaulipas:

Tangente

Guajardos


Por Oscar Diaz Salazar 
Rabia y dolor fueron dos de los sentimientos que me invadieron cuando vi las fotografías del cuerpo de Juan Antonio Guajardo, y de varios compañeros suyos, asesinados en un acto del que no he encontrado adjetivos para atinar a su descripción. 
El coraje que experimenté me dificultó la lectura de la carta que semanas antes de su muerte redactó el ex alcalde Juan Antonio Guajardo, en la que responsabilizaba de lo que pudiera pasarle al entonces gobernador Eugenio Hernández Flores 
Indignación fue lo que sentí al observar el video en el que se captó la burda maniobra con la que quisieron arrebatarle el triunfo en la contienda por la alcaldía de Río Bravo, a Juan Diego Guajardo Anzaldua. 
Temor y culpa sentí en las semanas en las que se prolongó el litigio en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por la presidencia municipal de Río Bravo, disputa legal en la que finalmente se hizo justicia a los electores riobravenses que con su voto mayoritario habían decidido otorgarle la conducción de la administración municipal a Juan Diego Guajardo. Temor por los actores que se involucraron para arrebatarle momentáneamente el triunfo a Guajardo y culpa por no escribir sobre este asunto… precisamente por temor. 
Decepción sentí al encontrarme a un buen amigo – de otros tiempos – que formó parte del Consejo Municipal Electoral de Río Bravo, institución que validó (por omisión o por complicidad) el intento de robarle a Juan Diego Guajardo, el legítimo triunfo que conquistó en las urnas electorales.
-“No había de otra Oscar, nos obligaron”, fue el argumento que me ofreció mi amigo para explicar su actuación en tan vergonzoso hecho. 
Me dio mucho gusto enterarme que al final se impuso la justicia… y el talento del abogado Armando Charles Lumbreras para que los riobravenses tuvieran finalmente a Juan Antonio Guajardo en la silla presidencial 
Sentimientos encontrados experimente al saber de la muerte de quien fuera el contendiente del PRI de Juan Diego Guajardo. Algunos amigos que encontré en la ceremonia religiosa con la que se despidió al Doctor Roberto García Martínez, me hablaron de las cualidades del difunto, al que – según ellos, mis amigos – no le dieron la opción de decidir su participación en “el cochinero” en que degeneró la sesión de recepción de boletas (paquetes electorales), y la de escrutinio y computo del Consejo Municipal Electoral 
Decepción sentí al enterarme que el edil riobravense no le estaba brindando apoyo al candidato a diputado federal por el distrito 3 del Partido Acción Nacional, instituto político que lo postuló  - a Juan Diego - para el cargo que hoy desempeña. Decepción, más no sorpresa, pues ya Juan Antonio Guajardo nos había acostumbrado al cambio de siglas. 
Decepción sentí al enterarme que el municipe de Río Bravo no le estaba echando el hombro a su hermano Roberto, quien hoy participa como candidato a diputado federal por la coalición de partidos que conforman el PRD, PT y Movimiento Ciudadano. 
Mucha decepción y harta tristeza, sentí al leer que el presidente de Río Bravo, Juan Diego Guajardo Anzaldua se había declarado independiente de cualquier sigla y sin compromisos y ataduras con el instituto político que lo llevó a la presidencia. 
Para intentar explicar mi sentimiento ante estos hechos, me voy a permitir parafrasear a don Daniel Ulloa, uno de los columnistas mas incisivos y contundentes en su critica, cuando ante un acto semejante de claudicación de un líder opositor ante el poder escribió: La gente sintió tanta decepción, como si a la muchacha mas bella, mas talentosa, mas simpática, mas graciosa y de mejores sentimientos del pueblo, se la hubiera llevado, en calidad de ¨querida¨, en situación de amasiato, el cacique mas feo, mas maldito y mas torvo de la región.


Reynosa, Tamaulipas a 18 de junio de 2012  
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