Escenarios...miguel de la rosa
Es indudable
que las reglas de la participación política, han cambiado, no sólo en México,
sino en el mundo entero, desde que cayó el Muro de Berlín, sucumbió la Unión
Soviética y el Papa Juan Pablo II, visitó Polonia, cuando este país era
gobernado por un régimen socialista.
El triunfo de los gobiernos
conservadores o de derecha, como mejor se les conoce en la geometría política,
fue contundente una vez que acabó la Guerra Fría y con ella, la confrontación
de corte militar. El dominio de los propietarios de los medios de producción en
el ámbito político, provocó una asimilación del sistema liberal en casi la
totalidad de los países del orbe y los sometieron a los nuevos formatos de la
actividad política.
Es innegable que esta afirmación,
repercutió en nuestro país en un sentido contrapuesto a la costumbre de ejercer
el poder el México. Entonces, si aceptamos esta afirmación, debemos también
consentir que las instituciones se adecuaron a las nuevas tendencias del mundo.
La globalización de la actividad comercial
fue un rasgo que distinguió los finales del siglo XX y principios del XXI,
luego, la irrupción del nuevo Dios; el Mercado, trajo como consecuencia, la
refundación de las nuevas reglas en la política mexicana. De hecho, la
recategorización del poderío de los partidos políticos vino a constituirse,
aunque por unos cuantos meses, en la piedra angular de la toma de decisiones
políticas, hasta que los gobernadores de las entidades, de preferencia
priístas, decidieron marginar, no sólo a
las cúpulas de los partidos, sino a los mismos liderazgos de las cámaras
legislativas. No sobra señalar que la concentración de una minúscula parte del
presupuesto en la Cámara de Diputados y su aplicación en algunas obras y/o
actividades, representa una especia de botín de guerra ejercido por los
diputados federales, con el ánimo de que se distraigan y dejen al Ejecutivo
ejercer la mayor parte de los recursos.
De esta manera, estamos en un
“impasse” donde cada día la confrontación de intereses o posiciones ideológicas
de los actores se da en las Cámaras y se acepta, que este recinto se convierta
en la arena política donde se dirimen las
controversias. Luego, las tensiones se aceptan tal y como el conflicto
sea aceptado como algo inherente a la misma sociedad.
Ahora, se trata de destensar el
ambiente político mediante los acuerdos entre los contrarios, so pena que no
lleguemos a ningún lado. Pero la gran incógnita que prevalece, es si el sistema
de representación que hoy tenemos, es suficiente para atenuar las inequidades
de un sistema capitalista que vuelve a dar muestra de estar agotado.
El ejemplo del Pacto de la Moncloa,
en España, es claro; juntarse para ponerse de acuerdo y empezar con nuevas
reglas del juego, en una arena donde el repartimiento de las armas sea lo más
equitativo posible. Es necesario aceptar que si hay otros países que han
logrado salir avante con menos recursos que el nuestro, ¿Por qué no podemos
hacerlos nosotros?
Estamos en una nueva era, donde la
comunicación acerca a la gente y donde la información está a la mano. Pero
parece una paradoja, que a mayor información y acercamiento, mas se dan las
diferencias entre los participantes.
La cosa parece ser sencilla.
Nos hemos constreñido a aceptar que
la brecha entre los que mucho tienen con los que nada poseen, sea parte de
nuestra cotidianidad y poco hacemos para que el reparto del producto llegue a
quienes más lo necesitan.
La ecuación sigue siendo simplista:
entre más nos tardemos en redefinir nuestro sistema de repartos, menos nos
entenderemos y más nos tardamos en arreglar la tensión entre los mexicanos.
Aceptar que la violencia es producto
de gente mala, es como darle crédito a eso que hay niños que nacen malos sólo
porque se portan mal.
El enfoque sigue siendo despejado:
si estamos de acuerdo con lo que tenemos como sistema económico, entonces hay
que ver el vaso medio lleno y que así debemos seguir. Si vemos que el sistema
no funciona, hay que verlo como si estuviera medio vacío, con el propósito de
obligarnos a cambiar de rumbo.
Los espacios y los tiempos para los
cambios cada día se antojan más lejanos en la medida que las Cámaras no están
representadas las voces que provocaron las reformas. La exclusión de estas
expresiones ha traído resultados desastrosos; los más de 60 mil muertos en esta
guerra intestina es la prueba más palpable que hay que hacer algo lo más pronto
que se pueda.
Aunque suene a cliché, pero es peor
no hacer nada y más aún, si esperamos a que las cosa sucedan por si mismas.
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