H, Matamoros, Tamaulipas:

PALACIO

¿Peor el remedio que la enfermedad?

-Planteles educativos a merced de ladrones
-Impotencia de maestros y padres de familia
-Crecen los robos por falta de vigilancia

    SIN que se vislumbre una probable solución a corto, mediano o largo plazo, día a día crecen el robo y vandalismo en los planteles educativos.
    Maestros y padres de familia no hayan qué hacer para enfrentar esa conducta antisocial, derivada de la falta de vigilancia policial preventiva.
    Equipos de cómputo, de sonido, material didáctico e, incluso, hasta alimentos han sido saqueados de escuelas primarias y secundarias por los amantes de lo ajeno.
    Con la impotencia reflejada en sus rostros y el natural coraje, directores de distintas instituciones educativas han elevado su inconformidad y reclamo ante el Jefe Regional de Educación, profesor JOSE LUIS CUELLAR ORNELAS.
     Derivado de la inefectiva vigilancia de las fuerzas federales de apoyo y la pomposamente llamada Policía Estatal Acreditable, los ladrones actúan impunemente.
    Ante la imperiosa necesidad de cuidar el patrimonio escolar, directores de escuelas y padres de familia valoran la necesidad de contratar los servicios de veladores acreditados. Asimismo, analizan organizarse y realizar rondines de vigilancia, lo mismo en los alrededores que en los edificios escolares.
    Desafortunadamente, la decisión del gobierno federal de desaparecer las policías municipales preventivas y la ministerial estatal para atacar delitos del orden federal, ha generado, como daño colateral, el incremento de ilícitos del fuero común.
     Para nadie es desconocido que como consecuencia de tal medida, al menos en Tamaulipas, se han disparado los robos domiciliarios, en escuelas, asaltos en estacionamientos de centros comerciales, frente a cajeros automáticos y, más grave aún, el secuestro.
    La Fuerza Tamaulipas, integrada por policías estatales, resulta insuficiente para realizar los patrullajes preventivos que se llevan a cabo en todas las ciudades del mundo.
    Los policías federales, soldados y marinos tienen como misión principal combatir al crimen organizado, por lo que desatienden acciones inhibidoras de delitos comunes o violaciones al bando de policía y buen gobierno.
    Ante tal situación, la anarquía en ese contexto crece desorbitadamente, ante la apatía de los tres niveles de gobierno. Responsabilizarse entre sí no aporta ninguna solución al problema ni regresa la tranquilidad ciudadana.
    Lo peor del caso es que la sociedad ya no cree en sus autoridades, de ahí que en muchos de los casos prefieran no denunciar los delitos de que son víctimas, sabedores de que sus denuncias solo servirán para engrosar estadísticas.
    Tal es la realidad que se vive actualmente en este puerto fronterizo y que, al igual que ahora los maestros, ya con anterioridad levantaron la voz representantes del comercio organizado, organismos camarales y distintas asociaciones civiles, lamentablemente, sin resultado alguno.
     Ante la falta de un rumbo fijo del gobierno federal en materia de seguridad pública, se antoja punto menos que imposible que la tranquilidad regrese a los hogares mexicanos. Obviamente, sin dejar de reconocer que no en todos los municipios aztecas el índice de inseguridad es el mismo.
     De lo que no queda ninguna duda es que en la esquina noreste mexicana el gobierno estatal ha invertido millonarios recursos en el sustento diario de las fuerzas federales de apoyo y edificación de instalaciones militares, sin que se observen resultados tangibles de ese esfuerzo de los contribuyentes cuerudos.
     En el caso de los planteles educativos, se hace cada vez más necesaria la participación de la Secretaría de Educación Pública en apoyo presupuestal para la vigilancia de las instalaciones escolares.
   Y hasta la próxima.

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Editores periodico frontera

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