Por Mario A. Díaz
¿Captura
o entrega?
LA noticia del
momento es, sin duda, la captura del narcotraficante JOAQUIN “El Chapo” GUZMAN
LOERA, quien al inicio del sexenio presidencial de VICENTE FOX QUESADA se fugó
del penal de alta seguridad Puente Grande, en el estado de Jalisco.
La recaptura del
poderoso líder del Cártel del Pacífico dio la vuelta al mundo apenas a algunos
minutos del operativo de la Marina Armada
de México y agentes antidrogas de los Estados Unidos.
Naturalmente, la
cobertura mediática derivada de la acción militar ha incrementado el “rating”
del presidente ENRIQUE PEÑA NIETO, lo mismo en el plano nacional que
internacional.
El Jefe del
Ejecutivo Federal inició su mandato constitucional y primer golpe mediático con
el encarcelamiento de la profesora ELBA ESTHER GORDILLO, en aquel entonces
dirigente nacional del magisterio, acción que le produjo generoso dividendo
político.
Un año más tarde,
con la captura de El Chapo Guzmán, PEÑA NIETO logra recuperar el
posicionamiento perdido como consecuencia de las reformas estructurales y la
marcada violencia en gran parte del territorio mexicano.
El gobierno federal
ha aprovechado la situación para pregonar la coordinación que existe en el
gabinete de seguridad y otras agencias internacionales. Del mismo modo,
mandatarios estatales han externado su beneplácito por la acción en contra del
crimen organizado, en clara alabanza al Jefe de la Nación.
Sin embargo, la
ausencia de plena credibilidad de los ciudadanos hacia sus gobernantes, aunada
a las circunstancias extrañas que envolvieron el exitoso operativo militar,
hace dudar a un sector importante de la sociedad mexicana.
De entrada, la
pregunta lógica es ¿porqué el capo más buscado en el mundo se encontraba en un
apartamento sin más compañía que un sujeto que también fue aprehendido? La
historia registra movilizaciones violentas cuando la autoridad enfrenta y
detiene a delincuentes de menor jerarquía.
La versión más
socorrida precisa que el arresto de JOAQUIN GUZMAN LOERA obedece en realidad a
una negociación y no necesariamente a una prolongada labor de inteligencia y el
uso de tecnología de punta.
Pero eso no es
todo.
Otra duda estriba
en que si realmente la captura del capo sinaloense será factor decisivo para
que cese la violencia y el derramamiento de sangre en gran parte de las
entidades federativas.
Lo anterior con
base a las detenciones de otros cabecillas del crimen organizado sin que hayan
conducido a la extinción de los grupos delictivos que lideran.
De lo que no queda
ninguna duda es que, “haiga sido como haiga sido”, como dijo aquél, lo cierto
es que a poco más de un año del mandato sexenal de ENRIQUE PEÑA NIETO, sus
bonos políticos han subido como la espuma.
El arresto de El
Chapo Guzmán se ha constituido en
oxígeno puro para el gobierno peñista, justo cuando la imagen
presidencial es cuestionada como consecuencia de las reformas constitucionales.
No obstante, los
ojos de propios y extraños ahora están puestos en el estado de Michoacán y en
los líderes del cártel denominado Los Caballeros Templarios.
Del mismo modo,
el cuestionamiento lógico es ¿porqué si existe una excelente coordinación del
gabinete de seguridad y tecnología de punta no se ha logrado el arresto de los
delincuentes que mantienen en jaque a pueblo y gobernantes?
Por cierto, vale
la pena analizar la afirmación del diputado federal panista CARLOS ALBERTO
GARCIA GONZALEZ con relación a la aparición de grupos de auto-defensas en
Tamaulipas, similares a los que se han formado en tierra purépecha.
Extrañamente, el
gobierno cuerudo no ha hecho pronunciamiento alguno en un sentido o en otro.
Lo lógico y
prudente es que se reconozca o se niegue la especie difundida por el legislador
en la Cámara Baja
en medios de circulación nacional.
Y hasta la
próxima.
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