H, Matamoros, Tamaulipas:

¿Educación gratuita?





      SIN      que resulte extraño, la aprobación del pleno del Senado de la República de no condicionar la prestación de los servicios educativos a cargo del Estado a la entrega de aportaciones, cuotas, donaciones, dádivas o cualquier otro tipo de contraprestación ha polarizado la opinión pública.
    Por un lado hay quienes aplauden la decisión de los legisladores en la Cámara Alta, y, por el otro, quienes piensan que ese aval legislativo traerá como consecuencia problemas internos en los planteles educativos.
    Actualmente, padres de familias y directores de escuelas han establecido cuotas o aportaciones para sufragar gastos que los tres niveles de gobierno no asumen como propios.
    Mantenimiento a las aulas escolares, instalación de climas artificiales, reposición de ventanas y puertas, reparación o adquisición de mayor número de mesa-bancos, papel higiénico y detergentes para la limpieza de los sanitarios, entre otros ejemplos, son necesidades que forzosamente tienen que cubrirse en las instituciones escolares.
    Ante la falta de apoyo económico por las autoridades gubernamentales, las sociedades de padres de familia y las direcciones de las escuelas optan por la generación de recursos a través de las cuotas escolares.
   Como es lógico suponer, tales necesidades continuarán sin que el pleno del Senado haya contemplado en tribuna la manera como habrán de resolverse. A los 112 senadores que aprobaron la iniciativa se les “olvidó” proponer una solución adecuada.
    Cierto es que sobran casos documentados sobre el condicionamiento de las aportaciones de los padres de familia a fin de que los planteles educativos acepten el ingreso, permanencia, exámenes o entrega de documentación a los alumnos. Obviamente, ese tipo de prácticas va en contra de la garantía constitucional que establece la educación gratuita.
   Sin embargo, debido a la falta de partidas oficiales para sufragar los gastos operativos no docentes, se hace necesario el esfuerzo de los padres de familia ante la necesidad de proveer a sus hijos mejores condiciones en las aulas de aprendizaje.
   Tocará a los diputados federales analizar y aprobar en su caso el documento aprobado por unanimidad en la colegisladora.
    Justo ahí es donde los representantes en San Lázaro deberán encontrar la fórmula necesaria que armonice la división de opiniones. Es decir, que se busque el mecanismo necesario, bien sea para que el Estado asuma todos los gastos inherentes al funcionamiento de escuelas públicas desde preescolar a bachillerato, o la estrategia idónea para que las cuotas escolares no determine la prestación de esa garantía consagrada en la Carta Magna.
    Al respecto, por supuesto que tiene razón el profesor MARCO CANTU PUGA, Director de Educación en esta ciudad fronteriza. El mentor asegura que eliminar las cuotas o aportaciones de los padres de familia es bueno en teoría, pero malo en la práctica.
    CANTU PUGA se pregunta qué tanto beneficiará a la educación pública el documento aprobado en el Senado, tomando en cuenta que la Secretaría de Educación Pública no se hace cargo de gastos de mantenimiento de los edificios educativos.
    Si el gobierno federal realmente quiere hacer cumplir el mandato constitucional que establece la educación gratuita desde preescolar a bachillerato, lógicamente debería absorber la totalidad de los gastos, eliminando las sociedades cooperativas y las cuestionadas cuotas que condicionan la inscripción, permanencia, exámenes y entrega de documentación a los alumnos.
    De no ser así, tal parece que los senadores tomaron el acuerdo en base a la rentabilidad política y no en la solución de un problema.
     Lo malo del caso es que a ninguno se le ocurrió presentar en tribuna alguna alternativa que sugiera el necesario apoyo presupuestal de la Federación.
    Por lo pronto, el cambio a la Ley General de Educación ha provocado división de opiniones y, además, pone en tela de duda la actuación de los legisladores de la Cámara Alta por no aportar una alternativa práctica, real y concreta que permita que la educación básica en México sea efectivamente gratuita.
    Y hasta la próxima.
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Editores periodico frontera

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