Lic. Luis
Gerardo González Álvarez
MATAMOROS DE AYER Y HOY
Hola que tal amables lectores se están
llevando con éxito nuestras tradicionales Fiestas Mexicanas este año en su
edición número 75, y uno de los eventos con que se abrieron estas festividades,
fue con una cabalgata con la participación entusiasta de las Asociaciones de Charros, que en esta ciudad
la encabezan la
Familia González Gómez.
Y quienes también son propietarios de un
reconocidísimo restaurante de nuestra comida muy tradicional a base de carnes y
cortes finos y la muy nuestra fajita y sin faltar el cabrito.
El día hoy quiero compartir con ustedes la
historia de la charrería, y toda la metodología que se podría decir para comer fajita y obviamente su historia.
Empecemos con la charrería es un deporte
100% mexicano, que es practicado por los apasionados a nuestras tradiciones, ya
que este implica tener un caballo del cual se tiene que estar al pendiente en
su alimentación y cuidado. Otra parte importante de los Charros es su
vestimenta como lo es el traje, en los hombres que puede ser de faena o gala y
debe estar confeccionado con lana o gamuza. Este consta de pantalón,
chaquetilla, camisa, botines y corbata de rebozo.
En las mujeres puede ser de faena, media
gala, gala, gran gala y etiqueta. Las también llamadas escaramuzas usan
vestidos llamados de “Adelita” o rancheras, las que siempre lucen impecables. Es así que hoy en día
podemos apreciar a diversos jinetes que portan los bellos trajes típicos que
distinguen a México en el mundo.
La práctica del arte de la Charrería con sus
alardes y destrezas simboliza universalmente todo lo mexicano; el charro y la China Poblana son
hoy por hoy, los herederos de las nobles tradiciones campiranas de México, y
representan a la raza mexicana con toda su dignidad y valores.
UN
POCO DE SU HISTORIA
Al principio, los españoles concedieron
los permisos requeridos para montar, y estos confeccionaron sus atuendos. En la
época precortesiana tejieron telas de algodón y después de lana. Los mismos con
la fibra de maguey, la lechuguilla o el propio algodón para hacer reatas.
Los charros de antaño montaron primero en
pelo, después enjaezaron el lomo del animal con una zalea apenas sujeta a un
cincho y finalmente usaron el fuste. Cuando Don Luis de Velasco I autorizo a
los caciques montar a caballo, puso como condición el usar sillas mexicanas,
decisión que nos revela apenas 30 años después de la consumación de la
conquista que ya existía un equipo rudimentario para montar durante la lucha
armada de independencia en 1810, muchos insurgentes, gente de campo y
rancherías se destacaron por sus proezas a caballo.
El Presidente General Anastacio
Bustamante, se ocupo de la tradición de la gente montada en 1843. La actividad
conocida como el coleadero surgió como una necesidad; una vez que se separaban
a los animales los vaqueros acostumbraban a derribarlos, tirándolos de la cola,
surgiendo así entre los jinetes un enfrentamiento amistoso deportivo.
En el año 1880 la charrería profesional
tuvo so origen y apareció el famoso charro Ponciano, cuyas hazañas se conocen
por sus corridas. Originario de Hidalgo, dio un gran impulso a la charrería,
juntó con Agustín y Vicente Oropeza, Celso González, Vicente Conde y Manuel
González Aragón, pionero de la charrería actual. Partieron a España en 1889 a dar la primera
exhibición de charrería y toros al
estilo Mexicano.
Al finalizar la revolución, los hacendados
y gente del campo se traslado a las ciudades, pero extrañando las faenas
campiranas buscaban espacios para practicarlas, y nacen así los lienzos charros
y la primera agrupación de charros de Jalisco en 1919. En esta fecha también
nace la primera asociación de charros organizada y fue la Asociación Nacional
de Charros, el día 4 de junio de 1921.
En el año de 1931 siendo presidente de la República el Ing.
Pascual Ortiz Rubio, decreta el 14 de septiembre como el Día Nacional del
Charro, en honor a los charros de México. En el año de 1993, el 16 de diciembre
fue fundada la
Federación Nacional de Charros. El año de 1944 fue de gran
satisfacción para la charrería nacional, pues el presidente Don Manuel Ávila
Camacho, en un acto de justicia y patriotismo, decreta a la charrería como el
deporte nacional por excelencia, además de considerar al charro como “Reserva
de la Defensa
Nacional ”.
Y ahora toca el turno a la riqueza
gastronómica tamaulipeca, que se refleja en su cocina desde los platillos a
base de carnes o carnes azadas que podrían decirse ya son un patrimonio
gastronómico de México. Sin dejar a un lado la gastronomía de la costa del
Golfo y desembocando en el huasteco Rió Pánuco, uno no tiene más que gozar, y
dar rienda suelta al gusto y a la convivencia con los paisanos.
Un buen corte de res se saborea por sí
mismo, a decir por los propios norteños y no requiere como en los guisos muy
complicados o de otros platillos excéntricos de ingredientes tecnificados para
que levante su sabor. El primer elemento para deleitar con un buen corte por supuesto, hay que criar bien a cada
animal y saber sacrificarlo, hay que saber escoger bien la leña y el asador e
inclusive saber prender el carbón y
obviamente saber asar cada corte.
La fajita es un corte hecho de la parte
del diafragma pegado al costillar de
alrededor de tres kilos por res, y lo
que lo hace muy original a lo de otros platillos es que a veces se le acompaña con una gran variedad de
salsas, los quesos, el guacamole, y los tradicionales frijoles charros.
Hoy la fajita paso de ser un corte de
carne sencillo a hacer un procedimiento de la alta concina, pero queda entre
nosotros en el Bajo Bravo, lo mejor de todo este rito de degustar las carnes
asadas, entre la familia, entre los cuates y en ocasiones llega hacer una cosa
de hombres.
Hasta la próxima mi corre es archivo.mpal@matamoros.com.mx
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