PALACIO
A escasos par de
meses de haber asumido su mandato constitucional, el presidente ENRIQUE PEÑA
NIETO enfrenta el primer gran reto al frente del Ejecutivo Federal.
La explosión ocurrida,
la semana pasada, en la torre B2 del complejo de Petróleos Mexicanos, y que ha
dado la vuelta al mundo por el alto saldo mortal, se constituye en la primer
encrucijada del sexenio.
El gobierno
peñista analiza aún si se trata de un fatal accidente como consecuencia de
alguna negligencia, o si el régimen federal azteca enfrenta un acto terrorista
con la intención de doblegarlo ante un fin determinado.
Hasta el momento,
el gabinete de seguridad integrado por la Secretaría de Gobernación, Secretaría de la Defensa Nacional , Secretaría de
Marina Armada de México y la Procuraduría
General de la
República , no ha anunciado oficialmente las causas de la
terrible y mortal explosión que motivó tres días de duelo nacional.
Ante el natural
hermetismo gubernamental tendiente a no generar sicosis, obviamente, han
surgido las especulaciones en torno al caso ante la ausencia de información
oficial.
Sin embargo,
existen indicios que permiten suponer que el estado mexicano enfrenta un reto
de grandes dimensiones que requiere de un análisis profundo y, por supuesto,
decisiones precisas y concretas.
Pensar que la
explosión tuvo como origen una falla en el sistema del aire acondicionado o
exceso de acumulación de un gas tóxico en el sótano del edificio del complejo
de PEMEX, simple y sencillamente se consideran como argumentos infantiles que
no engañan a la población civil.
Además, a juzgar
por el operativo que se llevó a cabo en la Cámara Federal de Diputados
para la detección de artefactos explosivos, apenas algunas horas después de la
explosión, bien pudiera presumirse que las autoridades federales encontraron
evidencia que no se trató de un lamentable y mortal accidente sino de un
atentado directo a la paraestatal y al todavía flamante gobierno federal
priísta.
En las siguientes
horas o días, el presidente ENRIQUE PEÑA NIETO está obligado a dar una
explicación oficial y convincente a los mexicanos por muy cruda que ésta sea,
para, al menos, ganar credibilidad ciudadana.
Es preferible que gobierno
y sus representados sepan a ciencia cierta el reto que enfrentan, al margen de
los motivos externos que presumiblemente originaron la tragedia y los tres días
de luto nacional.
Dadas las
dimensiones de los daños provocados por la terrible explosión, es lógico
suponer que la liberación de energía no derivó por una falla en un aire
acondicionado o bien en una fuga de gas que, lógicamente, hubiese provocado un
incendio.
Si las
investigaciones concluyen que en el edificio B2 del complejo de PEMEX en la
capital del país se utilizó un poderoso artefacto explosivo, por lógica simple,
las miradas se orientarían hacia el crimen organizado.
Pensar que la
inconformidad magisterial, el malestar del Sindicato Mexicano de Electricistas,
el grupo subversivo que encabeza el comandante Marcos, el Ejército Popular
Revolucionario, la recién derrota panista, el surgimiento de MORENA o bien la
reforma energética con la supuesta privatización de Petróleos Mexicanos podrían
estar atrás de la explosión, simplemente sería faltar a la objetividad y,
además, lo más lamentable, representaría un reverendo y sonoro insulto a la
inteligencia de los mexicanos.
Es por ello que la Presidencia de la República tiene un duro
paquete en sus manos que obliga a una explicación convincente de lo que ocurrió
en las instalaciones capitalinas de Petróleos Mexicanos.
En torno al caso,
no resulta temerario afirmar que en los primeros 60 días de gobierno del
presidente PEÑA NIETO la violencia no ha cedido en la geografía mexicana y, por
lo menos, continúa igual el baño de sangre como ocurrió durante el gobierno de
FELIPE CALDERON HINOJOSA.
Si bien es cierto
que el complejo problema requiere de tiempo y una cirugía mayor, también es una
verdad de a kilo que en los primeros dos meses del mandato peñista no se nota
ningún avance que permita suponer el regreso de la tranquilidad a corto o
mediano plazo.
Del mismo modo,
desde una perspectiva lo más objetiva posible, no sería remoto que el gabinete
de seguridad mexicano anuncie lo que a todas luces parece ser: un atentado a
PEMEX y al gobierno federal.
Y hasta la
próxima.
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