H, Matamoros, Tamaulipas:

La mentira


Escenarios

por: Miguel de la Rosa‏



Mentir es el acto de negar una verdad irrefutable y tiene que ser innegable, porque de lo contrario, caería de nuevo en el terreno de la falsedad.
            Se dice que nadie escapa de haber estado en alguna ocasión en el terreno de la mentira, considerando que simular, aparentar o fingir un estado de ánimo es definitivamente encontrarse en este sinuoso terreno.
            La historia nos indica que en ocasiones, el acto de mentir es más que necesario, sobre todo, cuando se trata de que el bien sobreponga al mal. Para muestra, basta con imaginarnos las múltiples mentiras que los miembros de la resistencia francesa dijeron a sus enemigos, cuando los alemanes invadieron París o de los mismos judíos cuando fueron perseguidos. La emisión de documentos falsos para burlar a los enemigos, se convirtieron en una constante y tan es así, que fueron muy socorridos,  cosa que es perfectamente entendible, pues se trataba de conservar la vida.
            La clasificación maniquea de la historia nos lleva a reflexionar, hasta dónde y cuándo es justificable ocultar la verdad y más allá, sustituirla por una falsedad. Y para muestra basta con indicar que a pregunta expresa de Dios a Caín sobre el paradero de su hermano Abel, a quien ya había asesinado, este simplemente le contestó que su hermano vagaba por las cercanías de donde habitaban. Ahora bien, para Caín la mentira es justificable, porque así evitaría un castigo hacia su persona, pero para Dios, no, porque fue burlado.
            Las conspiraciones que se dieron para derrocar gobiernos, como es el caso de los habitantes de las 13 colonias, de lo que resultarían los Estados Unidos de América contra los ingleses, la de Miguel Hidalgo y Costilla y seguidores que provocaría el país de México o la de los 3 Antonios en Chile para derrocar a la monarquía española. 
            Estados Unidos de Norteamérica, que es la nación que ha llevado la hegemonía mundial en las últimas décadas, ha sustentado su sistema jurídico en que se diga la verdad por sobre todas la cosas, la acción contraria, o sea el mentir, es punible, condenable y castigable. El “perjurio” en ese país, es considerado indigno e incluso llevó al presidente Richard Milhous Nixon, a ser depuesto de la primera magistratura.
            Las asimetrías entre los que mienten y los que dicen la verdad cae en el terrenos de la ambigüedad y la valoración personal, pues está mas que claro que la subjetividad de esta acción mucho dependerá de las condiciones que motivan a mentir o en el mejor de los casos, a no decir la verdad.
            Como valor universal de la política es que se percibe que se ha movido, mueve y probablemente nunca dejará de moverse en estas latitudes, sobre todo en los países donde prevalecen los ciudadanos de baja intensidad, o lo que es lo mismo, donde el derecho se aplica a discreción y las instituciones no aplican la norma legal por incapacidad, opacidad, omisión o simple corrupción.
            El caso es que a mayor inaplicabilidad de la ley, mayor es el índice de violencia y se genera además, insatisfacción colectiva que a la larga tensiona el ambiente social y político.
            Más allá de las atenuantes que pudieran justificar el hecho de mentir en el ámbito político, lo importante es que los actores asimilen que el discurso debe modificarse, so pena de contribuir a que la tensión siga y la violencia se desparrame afectando a las masas, no así, a los miembros de esta clase que bien puede pagar la seguridad personal que tanto ha crecido en la era actual.
            Es claro que el colectivo aprende de su entorno más y mejor en la medida que está más informado y que las redes sociales y los medios de comunicación que se transmiten por aíre principalmente, ya son un factor ineludible para cooptar e inducir tendencias de conductas de la gente.
            Ahora, lo importante es determinar si la información que se maneja en los medios, son para que prevalezca el sistema de privilegios con todas sus inequidades o se regresa a las conspiraciones que buscan cambiar el status quo, para forzar a los privilegiados a compartir la riqueza que el mismo sistema les permite.
            La gran interrogante es saber y entender sí las conspiraciones de ayer, como las de hoy, tienen asimetrías contundentes o simetrías concluyentes, que con el tiempo, justifiquen su existencia.
            En el pasado, las conspiraciones llegaron a feliz término y al paso de los años, la sociedad y la misma historia, las ha tratado con singular aprecio y justificación, porque los objetivos fueron para regular los ingresos y repartirlos de un manera más justa.
            ¿El grave problema que hoy nos ocupa, es quien va a mentir más y mejor para conseguir más adeptos, los conspiradores de hoy o los conservadores de siempre?
            Sea lo que resulte, lo importante es que la gente ya no quiere más mentiras, pero al parecer, los políticos recurren más a ella para salvaguardar sus intereses y los de su grupo.
            Lo malo es que nadie quiere ceder y las mentiras piadosas ya no surten efecto. Y lo peor de todo es que la excesiva violencia en que vivimos demuestra todo lo contrario.
            Y que por eso estamos como estamos.
            
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Editores periodico frontera

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