Por Oscar Díaz Salazar
La opinión pública con frecuencia coincide con la opinión
publicada.
Para explicar esta frase que no
es de mi autoría, ni intenta ser una expresión para impactar a mis lectores, o
un juego de palabras para presumir mi conocimiento y mis lecturas, les diré que
la gente (opinión pública) tiende a compartir los puntos de vista de los que
tienen un foro o plataforma para compartir sus opiniones, esos que tienen el
privilegio y la responsabilidad de ver su “opinión publicada” en medios
impresos, electrónicos o digitales.
Varios estudiosos del
comportamiento humano, del conglomerado social y de la comunicación afirman que
las personas son propensas a compartir los puntos de vista de la mayoría, esa
que supuestamente es representada por los que tienen acceso a los medios
masivos de comunicación como generadores de opinión e información.
Los individuos asimilados a la
sociedad, los que conforman la mayoría silenciosa, le temen a ser aislados del
grupo en el que se desenvuelven, y por eso es que asumen como propias las ideas
que a través de los medios masivos de comunicación les son suministradas por
una “minoría” que tiene el control (la propiedad en la sociedad capitalista) de
los medios de comunicación, que con frecuencia son individuos u organizaciones
que poseen también los medios de producción, el capital, la tierra, la
tecnología, etc.
La defensa para aquellos que no
coinciden con la opinión mayoritaria, con el punto de vista que es compartido
por los más, es silenciar su opinión, guardársela para no exponerse al
escarnio, al rechazo o al aislamiento del grupo.
Pero las opiniones no son
mayoritarias a perpetuidad, las opiniones evolucionan, las ideas, como los
humanos, nacen, crecen, se desarrollan, se multiplican y mueren.
Por eso ocurre que al inicio de
un ciclo por el que atraviesa una idea, un proyecto o una opinión, las personas
se protegen contra el rechazo por no compartir la opinión de las mayorías,
absteniéndose de expresar su simpatía hacia una idea que en ese momento no es
la que abrazan las mayorías.
Esta idea en apariencia simple,
la estudió a profundidad la politóloga alemana Elisabeth Noelle Neumann quien
formuló la teoría de la espiral del silencio, en el libro La Espiral del silencio.
Opinión pública: nuestra piel social.
Comparto, con mi recomendación de
este libro, un breve párrafo de la reseña del texto tomado de Wikipedia:
La teoría de la espiral del
silencio parte del supuesto básico de que la mayor parte de las personas tienen
miedo al aislamiento y, al manifestar sus opiniones primero tratan de
identificar las ideas, para luego sumarse a la opinión mayoritaria o
consensuada. En esta disyuntiva la principal fuente de información serán los
medios de comunicación y estos definirían el clima de opinión sobre los asuntos
de que se trate.[1]
Luego de compartir con ustedes
estas notas sobre el comportamiento de la opinión pública, les diré que en mi
entorno he percibido un fenómeno que se explica perfectamente con la teoría de
la espiral del silencio.
La opinión publicada insiste en
ofrecernos un triunfo inevitable del candidato del PRI a la presidencia de la
republica. Hay un consenso apabullante de los medios masivos de comunicación (y
de las empresas encuestadoras) a favor de Enrique Peña Nieto… que sin embargo
no es compartido por una mayoría que todavía guarda silencio y solo se atreve a
manifestar su simpatía en un entorno de confianza, que solo se logra en grupos
reducidos, con personas conocidas, con amigos, familiares y compañeros.
En las últimas semanas, conforme
se acerca la cita que tenemos los mexicanos con las urnas electorales, he
captado, en la peluquería, en las reuniones familiares, en los talleres, en los
bares, en los restaurantes, en los sitios de recreo, en las redes sociales, en los
hogares de mis amigos y familiares, que las preferencias por AMLO se
multiplican, que la intención de voto le favorece al candidato del PRD – PT –
Movimiento Ciudadano.
En el escrito de este día no es
mi intención hacer proselitismo a favor de una opción con la que simpatizo…
quienes me conocen saben que por ese rumbo andan mis afinidades. De lo que se
trata es de comentarles un sentir que he palpado en los sitios que frecuento,
con las personas que normalmente interactúo.
Me podrán decir que mi universo
es muy limitado, que solo tengo acceso a la clase media baja (o baja – alta),
que escucho lo que quiero escuchar, etc. etc.
Tómelo con las precauciones y
reservas que usted quiera. Yo solo les digo que estamos viviendo una espiral
del silencio de la que solo los jóvenes se han atrevido a salir, al manifestar
abiertamente su simpatía por Andrés Manuel López Obrador.
Y ya que también yo me atreví a
salir de esa espiral, les diré que la segunda mención favorable que he
escuchado, en relación a la elección presidencial, es de la candidata del PAN
Josefina Vázquez Mota.
El dos de julio veremos si mi
diagnostico de la situación es correcto.
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