H, Matamoros, Tamaulipas:

LAURO PEÑA.COMERCIANTE -DE CARRERA- LANZA UN SOS AL GOBIERNO FEDERAL PARA QUE FRENE A LOS QUE ARRIESGAN A LAS FAMILIAS MEXICANAS CON INSEGURIDAD; DESEMPLEO Y DEFICIENCIA EN SP.



*Hijo de policía que, desde 1953, durante sus rondines, llevaba despensas a las familias, aprendió el oficio de comerciante y a conocer las necesidades que estas enfrentan.



Por Nora Sandoval

Todo empezó cuando yo tenía 11 años. Vivíamos en la calle álamo 148 de la colonia Mariano Matamoros, mi padre Raúl Peña de León, siendo policía preventivo, llevaba vituallas a las familias que  Vivian mas alejadas del centro, después, empezó a surtir pequeñas tiendas y fue cuando me pidió que lo ayudara. Allí empezó mi carrera como comerciante.

Lauro Peña García dibuja un gesto de orgullo cuando se refiere a su padre y las enseñanzas que le heredo. Enseñanzas que hoy lo sitúan en un lugar privilegiado como el más experimentado abarrotero de la ciudad. Don Raúl lo bautizo con el nombre de su abuelo que fue otro de sus maestros en el oficio.

Mientras nos relata sus vivencias, Lauro firma notas que muy respetuosamente le deslizan sus ayudantes con quienes comparte el trabajo en la abarrotera El lirio, misma que bautizo con el nombre del rancho donde vio la primera luz, y que se ubicaba a un lado del ejido La Barranca.

Continua la referencia a su progenitor mientras vigila que se despache bien a los clientes que entran y salen de la tienda: “En 1953, siendo comandante de la policía el Güero Agapo (González Cavazos), me platicaba que se repartían el trabajo con dos patrullas entre Enrique Lamarque, Esteban Casas, y por ahí pasaban en las colonias ofreciendo que si la gente ocupaba algo se lo traían.

-Cuando me integro mi padre a mi me tocaba cargar y estaba canijo llevaba despensas de leche fríjol, manteca y galletas a la tienda de don Luís Medrano de la Veinte de Noviembre. En aquel entonces la 3 y Solernau era un monte y lo atravesábamos por la orilla del canales lo que hoy es el Periférico-recuerda.
-Doña Consuelito García, su esposa, atendía esa pequeña tienda de madera con techo de lamina de cartón. Pero tenia de todo, que no le pidieran que no tuviera…Se llamaba “El Milagro” porque de milagro Vivian. Orita la gente se queja pero estamos en la gloria. Agrega el entrevistado.

Ataviado con su inseparable guayabera, el ahora también director de Participación ciudadana en la Secretaria de Seguridad Publica, nos comenta su preocupación por la espiral inflacionaria que ha dejado a muchos de sus clientes abarroteros al borde de la ruina ante la perdida del poder adquisitivo que sufre la clase proletaria.
Lamenta que actualmente: “Los negocios ya no se pueden trabajar con el corazón”, dada la necesidad que ha enfrentado de restringir los créditos a quienes por mucho tiempo apoyo, pero que desgraciadamente enfrentan la incertidumbre de cerrar sus puertas “de la noche a la mañana”

PERO TAMBIEN HAY TRAMPOSOS

En el mismo contexto se refiere a los “oportunistas” que a sabiendas de que no cuentan con solvencia, se dan de alta en hacienda, piden crédito, no pagan, luego se dan de baja, y vuelven a operar simplemente con el hecho de que cambian de domicilio para darse de alta nuevamente bajo otra razón social.

-En esos casos la Secretaría (de Hacienda) debe de investigar porque dichos negocios con tanta frecuencia se dan de alta y se dan de baja, porque a causa de dichas fraudulentas personas, otros sufren las consecuencias al serles impedido el acceso a los créditos de proveedores-apunto.

Sin embargo aclara que hay mas personas honradas que de este tipo y por ello “yo me arriesgo una y otra vez con ellos enfrentando las frívolas jugarretas que nos hacen los monopolizadores”, como los que el año pasado nos infringieron una escalada de aumentos en los aceites comestibles iniciando con el 12 por ciento, luego el 15, luego en marzo el 18, y finalmente el 32 por ciento que hizo inaccesible dicho producto a los consumidores.

De su padre, don Raúl, a quien desafortunadamente perdió hace diez años, Lauro aprendió la perseverancia, la fe, la rigidez en sus decisiones. “Mi padre fue un policía muy honrado, de aquellos que trabajaban 24 horas por 24; gracias a su empeño fue transferido a la policía judicial del estado en 1968 para trabajar al lado de don Ricardo Zolezzi, Estanislao Gaytan, Antonio Sánchez, Tomas Garduño (el Gavilán) y muchos otros.

Precisamente a esa fuerza de carácter heredada, don Lauro Peña logro independizarse y convertirse en lo que es hoy, un respetado comerciante y ciudadano. Recuerda la lección de vida que recibió cuando, a los 19 años, después de una fiesta se robo a la novia como era la costumbre de esos tiempos:

“Nombre!...¡Si me fue como en feria!, para empezar me quito el carro, me corrió de la casa y a ver como le hacia. Había un señor en la calle Mar Caribe al que también le surtía despensas, el me ayudo…Me dijo: “No te apures yo te presto $500 dólares”.
Compre mi primer carro.

Y así seguí el negocio, luego adquirí una vieja camioneta Van en la que distribuía  mis mercancías, la usaba como bodega y la estacionaba en el estacionamiento Las Palmas de las calles 5 y Guerrero. Luego en 1989 rente mi primer local en las calles héroes de Chapingo y Roberto Guerra de la colonia Treviño Zapata.

La lucha por la vida y  el éxito no lo ha cansado aun, pero tras adquirir después de años de esfuerzo el local que actualmente ocupa en Alejandro Prieto y Callejón 7, bajo el nombre de abarrotes El lirio, desde 1997 lo comparte en sociedad con sus dos hijos.
Su perseverancia lo llevo a empezar nuevamente en el 2003 luego de que se los dono en vida.

Al final de la entrevista sonríe con displicencia y agrega: Como ves antes trabajaba de lunes a viernes. Sábados y domingos descansaba pero traía dinero en la bolsa, ahora trabajo de tiempo completo, y la cosa esta muy tirante. Ya casi se borraron de su mente los anhelos juveniles  de ser un ingeniero industrial que abandono cuando supo encaminar sus pasos hacia la prosperidad.

Al despedirnos de ese personaje que creció con nuestra ciudad, no dejamos de pensar en sus actos de altruismo que le han redituado tantos amigos. En sus cinco hijos, dos adultos y tres menores a quienes heredara el ejemplo que a su vez recibió de un padre ejemplar,  y en sus empleados que tanto lo admiran. Como el encargado de la seguridad quien cuida celosamente del local desde hace años por una de paga siete mil pesos mensuales.

Actualmente don Lauro Peña continua en su negocio despachando a sus numerosos clientes pero también aconsejándolos sobre las mejores estrategias para que puedan continuar activos. Su sabiduría no la escatima, trata de que todos tengan la oportunidad de competir en el mercado local y la mejor manera de enfrentar los altibajos de la economía citadina. “No quiero participar en política pero si me agrada apoyar a mis compañeros de partido que buscan la diputación federal y la senaduría por Tamaulipas porque estoy conciente que ellos y ellas son la mejor opción para los mexicanos.

Los de su formula partidista el PRI, él  lo sabe son los mejores.


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Editores periodico frontera

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