Escenarios por Miguel de la Rosa
Una de la
Leyes de Murphy, establece que “todo aquello que puede salir mal, va a salir
mal”. Estas “leyes”, que en realidad están muy alejadas de serlo, son
expresiones coloquiales y satíricas para señalar circunstancias donde se dan
probabilidades altas de que se cometa un error. De tal forma, se dice que el
creador de estas supuestas leyes, las dio a conocer cuando un ingeniero con el
que trabajaba colocó erróneamente unos cables en un experimento dando como
resultante que la marcación fuera cero. Ante el cansancio del error cometido,
Edward Murphy expresó su famosa frase de que lo que puede salir mal, pues saldrá
más.
Y esta explicación viene a colación
cuando me acuerdo de la forma en que el actual primer mandatario, Felipe
Calderón Hinojosa tomó posesión del gobierno federal. Todo es que recordemos
que ante la falta de entendimiento con el candidato de la izquierda, Andrés
Manuel López Obrador, al no concederle el conteo de voto por voto y casilla por
casilla, se violentó el mecanismo natural sucesorio, provocando que el
presidente electo tuviera que entrar por la puerta trasera del palacio
legislativo para rendir la protesta de ley y ser ungido presidente.
A partir de este cuestionado
proceso, la suerte de Calderón quedó entrelazada con el enunciado de Murphy,
porque tal y como reza, si empezó mal, lo más probable es que termine mal.
Ahora bien, la reciente declaración
del primer mandatario ante 700 consejeros de BANAMEX, donde explica proyectando
una lámina en power point, que la candidata de su partido, Josefina Vázquez
Mota, ya sólo le faltan 4 puntos para alcanzar al puntero de las encuestas,
Enrique Peña Nieto, obligan a pensar que es tal su desesperación por ganar la
presidencia de la república o de no entregar el poder al PRI, que está
dispuesto a hacer lo que haya que hacer para no ser quien regrese la banda
presidencial a un priista.
Ya en los nuevo tiempos electorales
en que vivimos, se vuelve a repetir la máxima: si el presidente empezó mal su
participación en el proceso electoral, lo más probable es que le salgan mal las
cosas.
Nos debe quedar claro que el
presidente Calderón desea fervientemente que su partido, el PAN, gane
rotundamente la elección. Es natural también que a estas alturas, en verdad se
le quite el sueño nada más de pensar, que si su partido no gana, tiene amplias
y vastas posibilidades de ser perseguido y encarcelado por crímenes de lesa
humanidad. El caso peruano de Alberto Fujimori se asoma a la vista.
Y bueno, nada de malo tiene que el
presidente haga lo que tenga que hacer para lograr sus objetivos. Para empezar,
le arregló la elección a la señora Vázquez Mota, para que no fuera señalada
como la favorita de él, so pena de perder la elección como le pasó al “naive” de Ernesto Cordero, quien nunca
aprendió que andar metido en política de partido o de gobierno, es como nadar
en un mar de tiburones hambrientos sin siquiera con una navajita para
defenderse.
Pero lo más grave de todo este
asunto, es que nuestro señor Presidente, al parecer seguirá en su afán de hacer
lo que haya que hacer para que su candidata gane, sin importarle el grave
problema en que deje sumido al país. Y para muestra, sólo basta con analizar y
valorar, sus declaraciones posteriores a su dislate en BANAMEX. Primero, ordenó
que el Secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, (otro “naive”) declarase que
el presidente no dijo lo que más de 700 personas le vieron y escucharon decir.
Para abundar, y ante el fracaso de
la pesadez de la declaración del tal Poiré, el mismo jefe de las instituciones
nacionales sale en su misma defensa, con el ánimo de aclarar que él siempre
será democrático, que nunca faltará a la norma electoral y que garantizará la imparcialidad del proceso.
“Haiga sido como haiga sido”,
culpable o inocente, ingenuo o malicioso, Calderón logró su objetivo: sembrar
la duda en las encuestas que señalan como puntero a Enrique Peña Nieto.
Las consecuencias han sido
desastrosas para el país, porque quien debe encargarse de crear los ambientes
de cordialidad para que las elecciones se desarrollen en paz y tranquilidad, es
quien está promoviendo el clima de tensión que le pudiera obligar a no entregar
el poder a un civil.
En tanto se espera el desenlace de
las peripecias del Ejecutivo Federal, la esperanza de la sociedad decrece y se
crean vacíos que desgraciadamente los llenan los contrarios.
Estamos ante el crecimiento acompasado pero constante de una entropía
al estilo Felipe, o lo que es lo mismo desde la perspectiva social de la
palabra, se busca implantar más desorden para beneficiar a quien tiene la
facultad de arreglar el caos. Si esto sucede, que no es remota la idea,
entonces desde la presidencia saldría la oferta de detener el caos, sólo si la
preferida de Felipe se queda con la silla codiciada.
La entropía social se da en la medida en que los gobiernos del PAN
no cambiaron lo que se comprometieron a cambiar. Vale pues pensar que el
colectivo no perdonará a quien les transfiere una distopía, entendida como esas
sociedades sumidas en la desesperanza y con una interpretación muy negativa de
lo social.
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