ANECDOTARIO
POR JAVIER ROSALES
ORTIZ.
Ambos, con meritos
propios, son ampliamente conocidos en Tamaulipas por su trayectoria en el
servicio público y en la política.
Coinciden en que su
militancia en el PRI data de sus tiempos de juventud y siempre han llevado
bordados en la camiseta los tres colores.
Ella, una dama madura
que tiene entre sus virtudes permanecer muy cerca de los periodistas, con
quienes siempre se ha mostrado solidaria en las duras y en las maduras.
El, un hombre pulcro,
cortés y refinado que ha sembrado en su camino un ramillete de amigos que hoy
se regocijan de que crezca políticamente y de que su partido no se olvida que
tiene entre sus filas a valores que merecen que los presuma y que los pula para
encomiendas de mayor envergadura.
Ante la cercanía de
la elección federal se apostó a que en Tamaulipas las zancadillas y la
confrontación se iban a convertir en el condimento a la hora de elegir por
unidad a los candidatos a senadores y a diputados federales.
Y perdió todo aquel
que cruzó un billete y que pronosticó que el PRI de esta entidad se hundiría en
el fango producto de disputas que han lacerado el buen nombre de otros
institutos políticos.
Previo a la selección
de los candidatos a diputados federales los nombres iban y venían de boca en
boca en los cafetines de Tamaulipas, inclusive los de ellos, pero como
políticos disciplinados y cautos como son, conservaron la cordura, la
discreción y se mantuvieron al margen de los comentarios sanos he insanos que
circularon por todos los rincones.
Saben, bien que
saben, que del plato a la boca que cae la sopa, por eso le dieron el valor
adecuado a cada una de las letras que componen la palabra discreción.
Ahora, que la lista
de candidatos a diputados federales ya esta integrada, se apostó también a que
la clásica operación cicatriz sería necesaria, pero hasta en eso se equivocaron
quienes con mala fe se llenaron la boca
con la palabra cirugía.
Y es que ambos
coincidieron accidentalmente en un restaurante de Ciudad Victoria y como dos
amigos se saludaron de baso, se abrazaron y se desearon suerte.
Ella, como nativa de
Río Bravo, era ubicada como el prospecto ideal para la candidatura por el
tercer distrito de Tamaulipas, pero el PRI decidió por otra persona.
El, originario de San
Fernando, es ahora el candidato y con cierta timidez ahora se aproxima a ella
para reforzar su amistad y para demostrarle que nunca se actuó de mala fe como
también lo señalaron los perversos y los mal intencionados.
Se trata del
candidato priísta, Gabriel de la
Garza y de la dirigente estatal de las mujeres de Tamaulipas,
Blanca Anzaldúa Nájera, dos guerreros del partido que lejos del recelo y del
enfrentamiento ahora unen fuerzas, porque saben que lo que a final de cuentas importa
es el nombre del partido.
Y es que, caballeroso
como es, Gabriel desde hace varias semanas estableció contacto con Blanca para
felicitarla porque todo parecía indicar que la balanza se inclinaba a su favor.
Pero ella, consciente
de que no figuraba en la lista, le confesó que el espacio estaba disponible y
que la atractiva oportunidad quedaría en manos de un varón.
Se noto en aquel
saludo entre ambos una complicidad sana digna de personas que conocen la
disciplina y que saben que adelantarse a los tiempos, es arriesgado.
Ahora, ambos forman
una mancuerna que seguramente arrojara buenos frutos en ese camino que tiene
como destino las cámaras federales.
Blanca y Gabriel
dieron pues una muestra de lo que es la urbanidad política en Tamaulipas en estos
tiempos tan convulsionados.
Y eso tiene un valor
que es, incalculable.
Correo electrónico;
anecdotariorosales@hotmail.com
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