Por Ambrosio Garza Dragustinovis
Resulta de risa que un personaje que ha demostrado su poca capacidad como administrador y su gris trabajo como galeno, pugne por un puesto que desde lejos se antoja demasiado grande para la poca estatura del personaje.
Se mira ridículo que Américo Villarreal Anaya, con todo el palmarés de derrotas que se carga en su currículo pretenda volar más alto cuando demostrado está que ni alas tiene.
HOSPITAL GENERAL, UN MUGRERO
No ha sido por su capacidad, sino por el legado familiar lo que le ha valido a Américo Villarreal Anaya escalar en altos puestos de la política médica del estado.
De ahí que siendo director del Hospital General, los números que hasta la fecha ha entregado son en color rojo, por el cúmulo de deficiencias que presenta, sin que nadie lo llame a cuentas, nomás por su apellido.
Los bajos niveles de productividad del Hospital General, sumado a la enorme deuda con que “camina”, hacen de Américo Villarreal Anaya un sujeto poco rentable para ocupar la dirección del Hospital de Alta Especialidad.
FIESTAS PRIVADAS
A pesar de esta realidad, los “aditivos” para ser feliz que consume ávidamente Américo Villarreal Anaya, lo bloquean de la situación y lo hace elucubrar un futuro en donde simplemente no tiene cabida, pensar lo contrario es caminar en el terreno del absurdo, del ridículo.
En la capital y fuera de ésta, ya son famosas las fiestas privadas que organiza Américo Villarreal en compañía de sus incondicionales, grupo al que se ya le conoce como “Las Bambis” porque no son más que homosexuales de ropero que buscan en el matrimonio un escudo protector ante sus verdaderas tenencias sexuales.
Entre los personajes que le hacen el caldo gordo a Villarreal Anaya destacan Arturo Reyes, Vicente Hernández, Jacob Rosales, Isabel Perales y unos cuantos más.
En esas fiestas acuden lindas chicas que bajo la falda esconden el “arma”, disimulando de esta manera la verdadera proclividad sexual de “Las Bambis”.
Al calor del asador y condimentada de finas bebidas, las reuniones se prolongan hasta los primeros rayos de sol, elucubrando y elucubrando, entre copa y copa, cómo asaltar el Hospital de Alta Especialidad de Ciudad Victoria…
El gobierno de Miro y…
LOS ENTRETELONES DE UNA POLÍTICA CHICHARRONERA
***Edelmiro Gómez Gandaria está sufriendo un desgaste atípico de su gobierno producto del intenso saqueo al que ha sometido a su pueblo, de ahí que suave y gradualmente vaya perdiendo su poder por el abuso que comete
Por Ambrosio Garza Dragustinovis
Soto la Marina, Tam.- Hace varias semanas, comentamos la historia de dos humildes trabajadores de la Presidencia Municipal que fueron despedidos por no cumplir los “caprichos” del alcalde Edelmiro Gómez Gandaria.
A raíz de la publicación, decenas de correos electrónicos y llamadas llegaron a la mesa de redacción de este medio, para ampliar la versión de la cochina chapuza que Miro realizó en pleno abuso del poder.
LA HISTORIA
Originarios del ejido el Capote, René González y José (Pepe) Romero, trabajaban para la Presidencia Municipal. Ambos sujetos se la rajaron derecho en la campaña con Miro, incluyendo sus familias. De sol a sol, con recursos propios, se la rifaron abiertamente con el candidato del PRI, para una vez que llegó el poder, sufrieran la peor de las traiciones…
La molestia de Miro, que generó el despido injustificado de René y Pepe, se basa en que éstos no quisieron apoyar a tres “peligrosos” sujetos proclives al hurto en las figuras de Venancio Garza Cedillo, Joaquín González García y Florencio Arellano Velázquez, este último sobrino del tesorero municipal Ramiro Velázquez.
El trío de malandrines tenían más de 9 años detentando el poder ejidal en El Capote y se negaban férreamente a entregarlo, porque siempre se sintieron dueños y señores de dicho ejido.
EL ROBO
El trío de perversos ahijados del alcalde Edelmiro Gómez Gandaria, encontraron en el poder ejidal una mina de oro, a través de los recursos que aterrizaban mediante los proyectos productivos, recursos que nunca repartieron a los ejidatarios, pues sólo “alcanzaba” para ellos mismos y sus respectivos “padrinos”… Además de robarse los recursos que llegaban de los gobiernos de los tres niveles al ejido, también hicieron negocio particular con la comercialización del carbón, negocito que todavía les sigue dejando dividendos.
De los negocios turbios, salió el recurso para montar una fábrica de bordado, además de edificar una suntuosa residencia para Venancio Garza Cedillo, quien se aprovecho del sello del ejido El Capote, para presentar documentación aparentemente para la comunidad, pero una vez que llegó el recurso, más de 300 mil pesos, los destinó para construirse una mansión.
LA MOLESTIA
Todo iba muy bien para este trío de malandrines, al grado que planeaban dejar a un sucesor cómo de delegado ejidal, lanzando al padre de Florencio Arrellano Velázquez, quien al final de cuentas terminó perdiendo ante el claro repudio de una comunidad cansada de tantos abusos por parte de este perverso trío de gusarapientos embusteros.
Y ante esta realidad y viendo la molestia de los ejidatarios, René y Pepe optaron por no apoyar las intención de Edelmiro Gómez Gandaria quien apadrinaba al trío de malandrines, quienes terminaron mordiendo el polvo.
Por ello Edelmiro Gómez optó por despedir a René y Pepe, porque no quisieron entrarle al perverso juego del saqueo ya que antepusieron los intereses de los ejidatarios de El Capote, ante los intereses perversos del trío de malandrines integrado por Venancio Garza Cedillo, Joaquín González García y Florencio Arellano Velázquez, quienes eran apadrinados por el nefasto alcalde…
0 comentarios:
Publicar un comentario